Jorge González Camarena es para nosotros sinónimo de uno de los murales más representativos de Chile, la monumental obra Presencia de América Latina, ubicada en el hall de la Casa del Arte de la Universidad de Concepción. En México, en tanto, su obra se extiende más allá del muralismo -donde se muestra vinculado a la temática de la identidad y del nacionalismo con presencia en el Senado y el Palacio de Bellas Artes-  sino que, también, como artista de caballete, con más de dos mil obras en ese formato menor.
Hoy, el mural Presencia de América Latina está siendo sometido a un proceso de restauración que considera aspectos de conservación preventiva que, al mismo tiempo, busca respetar el sentido original de la obra. El trabajo está siendo realizado por un grupo de cinco restauradores, dos mexicanos y tres chilenos, en un proyecto que comprende no sólo la restauración de la obra mural de 300 metros cuadrados, sino además un trabajo de rehabilitación de inmueble que la cobija, el que será desarrollado por la constructora Estudio Cero limitada.
Pese a que en julio de 2010 los expertos mexicanos habían realizado un diagnóstico desde el piso, una vez instalados los andamios que acompañarán los seis meses de trabajo, esperan dedicar 30 días a evaluar el estado de la obra para luego comenzar con las etapas posteriores de limpieza, reposición de faltantes –que se realizará con argamasa de cal y polvo de mármol-, extracción de sales y reposición cromática.
El restaurador a cargo de los trabajos, Renato Robert, perteneciente al Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico y Muebles Mexicano, Cencropam, explica que en restauración se acostumbra que los materiales utilizados sean compatibles con el original y reversibles. “La idea es no alterar el original en el soporte. En el arte moderno contemporáneo es más difícil tomar decisiones críticas debido a los materiales utilizados. Eso de pintar con acrílico sobre concreto es muy del siglo XX”, dice.
El concreto ofrece, además, un inconveniente adicional: en presencia de humedad siempre libera sales las que, en este caso, se hacen evidentes en la parte superior de la obra. “Aquí, lo que tenemos que estudiar es qué tipo de sales son y cómo se pueden controlar”, agrega Robert.
En cuanto a la reposición cromática, el experto mexicano explica que se usa rigattino o achurado, de modo de restituir, desde el punto de vista del observador, la paleta cromática, pero que en un examen más detallado quede testimonio de la intervención total.
Cooperación binacional
El proyecto de restauración es financiado por el Fondo Conjunto de Cooperación Chile-México, administrado por la Agencia de Cooperación Internacional de Chile, AGCI, y la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el desarrollo, Amexcid. Además, cuenta con la participación institucional de la Embajada de México en Chile, el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico y Muebles Mexicano, Cencropam, y el Instituto de ingeniría de la universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. La coordinación está a cargo de la dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, DIBAM, a través del Consejo de Monumentos Nacionales, CMN, y la asesoría del Centro Nacional de Conservación y Restauración, CNCR.
El equipo binacional de restauradores está encabezado por Robert, acompañado de su compatriota Carlos Alberto Trigueros y los profesionales chilenos Andrea Casanueva, Mario Carvajal y María José Escudero.