Con la instalación de puntos limpios en tres reparticiones, el colectivo ecológico Sur Sustenta –que integran estudiantes y egresados de distintas carreras- ha dado el primer paso en su objetivo de promover la cultura del reciclaje en el barrio universitario de Concepción y hacer de éste un campus sustentable.
Fue justamente esta idea la que dio origen, en 2009, a la agrupación que más tarde se adjudicó un proyecto del Fondo de Desarrollo Institucional (FDI) para implementar un sistema piloto de gestión integral de Residuos Sólidos Asimilables a Domiciliarios (RSDA).
Esto significó realizar una serie de estudios al interior del Campus, con el fin de determinar los volúmenes y composición de los residuos que generan las distintas reparticiones, e identificar prácticas orientadas a la reutilización de materiales de desecho.
“Nosotros llevamos años investigando la situación de la Universidad, haciendo muestreos para saber las cantidades de materiales que se producen en el Campus”, señala la estudiante de tercer año de Ingeniería Ambiental, Jocelyn Soto, una de las fundadoras de Sur Sustenta.
Según el estudio diagnóstico realizado por la agrupación, la Universidad produce a diario un promedio 2.5 toneladas de basura, de las cuales un 70% corresponde a materiales que aún conservan valor.
Dentro de éstos, cuenta Jocelyn, se identificó un conjunto de elementos que tienen un potencial importante de reciclaje, como los plásticos, latas de aluminio, papel, tetrapak y cartones. Con estos residuos en mente, Sur Sustenta instaló “puntos limpios” –un set de contenedores diferenciados para su recolección- en el Centro Eula (hace poco más de un mes) y en las facultades de Ciencias Sociales y de Ciencias Naturales y Oceanográficas (en las últimas semanas).
“Nosotros -indica- empezamos con estos materiales para ver cómo es la respuesta de la gente. Este piloto es para ver lo que funciona y lo que se tiene mejorar para cuando se implemente en otras facultades".
La estudiante de Ingeniería Ambiental destaca la buena recepción que ha tenido la iniciativa. “Instalamos los contenedores y sin ninguna publicidad, las personas empezaron a depositar su basura”, dice.
Sin embargo -agrega- han visto que hay algunas fallas que corregir. Por ejemplo, el contenedor de plástico está destinado a un tipo específico, que es el PET 1, el que compone la gran mayoría de las botellas de bebidas. Pero, como señala la estudiante, “la gente no sabe cuál es el Pet 1 y, en general, no hay una cultura sobre los tipos de plástico y tampoco sobre los papeles. Entonces, nos dimos cuenta de que falta, por parte de nosotros, hacer un poco más de sensibilización”.
Además de los puntos limpios, en las afueras de las reparticiones de prueba, se instalaron asimismo otros contenedores, de mayor  tamaño, para acopiar la basura, que se entrega a una empresa asociada al proyecto.
“Es una empresa que recién está empezando y que se adecua a los requerimientos de nuestro proyecto. La empresa recoge todo, aunque los volúmenes (de materiales) no son muy grandes, a diferencia de otras empresas que ponen muchas exigencias”, indica. La estudiante destaca además el importante aporte del personal auxiliar –que fue previamente capacitado-  en el desarrollo de este proyecto.
Son ellos, como cuenta la joven, quienes hacen el trabajo de vaciar y cuidar el mantenimiento de los contenedores, además de llevar el registro de lo que se entrega a la empresa y los dineros recaudados.
Lo que se ha recaudado hasta ahora –explica la estudiante- se destina a la mantención de los punto, pero en la perspectiva de que crezca el volumen de material para reciclado y los ingresos por sus ventas, se espera contar con recursos para desarrollar nuevos proyectos y/o para quienes son los responsables del funcionamiento del sistema en cada facultad.
Lo importante, dice, es que “la Universidad ya está ganando con el hecho de no tener que disponer tanta basura en el acopio final”, a la vez que advierte sobre las oportunidades que implica un mercado de reciclaje que está en alza.  “Nosotros estamos viendo esto  a nivel de un campus universitario  y pensamos que es una práctica que debiera estar en la conciencia de todos, que de todo lo que estamos ocupando hay materiales que pueden tener otro valor”.
Aunque el grupo está en el  proceso de cierre del proyecto, continuará realizando un seguimiento de los puntos verdes instalados por al menos un semestre, de manera de identificar los aspectos que se deben mejorar.. “El proyecto está casi perfecto hoy día, sólo faltan unos detalles de sensibilización. Está listo para ser implementado en cualquier facultad”.
Jocelyn Soto  señala que el proyecto del sistema está a disposición de las facultades que estén interesadas en implementarlo.   “Están todos los detalles de lo que se debe hacer; los diagnósticos ya están hechos. Sólo se requiere de los recursos para hacerlo, la empresa ya está contactada. Es cosas de integrar las facultades al recorrido que hace la empresa”, puntualiza.