Para la profesora del colegio Saint George de Santiago, Gladys Arias, el uso de las pizarras digitales interactivas (PIDI) en el aula es algo que responde a una realidad ineludible: los estudiantes son nativos digitales, dice, y, por eso, la educación tiene que incorporar la tecnología en las clases.
“Tenemos que preparar a los estudiantes, a los niños, en el mundo que les toca desenvolverse y del que tienen que ser parte”, afirma la profesora, que esta mañana ganó el premio en la categoría Interwritte de la VI Jornada Nacional de Pizarras Digitales, convocada por el Centro de Tecnología y Docencia, CTD-UdeC, con una unidad dedicada a los artrópodos, inserta en el estudio de los invertebrados en enseñanza básica.  Reconociendo que no es necesariamente una experta  en esta tecnología, Gladys  asegura que lo “importante es atreverse y hacerlo porque da buenos resultados”. En el fondo, dice, con esta herramienta los niños pueden tener un rol más activo en su aprendizaje.
Estas jornadas -que desde sus inicios se realizan en UdeC- tienen por objetivo difundir, entre los profesores del sistema educativo, las mejores experiencias en el uso de las PIDI. En esta oportunidad, se seleccionaron seis trabajos, distribuidos en las categorías Interwritte,  Promethean y Smart Board (tres tecnologías distintas de pizarras).
En la oportunidad también fueron premiados  los profesores Sergio Díaz, de la Escuela Básica Sector Oriente, de Quellón, y Joselyn Venegas, del Liceo Vicente Palacios Valdés, de Tomé (en la segunda y tercera categoría).
 Diálogo con la tecnología
Alexis Badilla, del Liceo Técnico Puente Ñuble, de San Nicolás, sabe lo que se puede lograr con estas pizarras, más aún cuando se trabaja con niños pequeños. El profesor, que presentó una unidad  sobre geometría, asegura que a diferencia de una clase tradicional, con las pizarras “están más atentos y los aprendizajes son más significativos”.
Esto, afirma, es una nueva motivación para su trabajo, lo mismo que para  muchos de los asistentes a la jornada,  que repletaron el auditorio Universidad de Concepción.
Justamente, motivar  es el  sentido último de este encuentro, como señala el director del CTD, Nibaldo Gatica. “Estos ejemplos intentan ser un poco catalizadores, para mostrar qué está ocurriendo, cuáles son las experiencias que han resultado exitosas, de manera que los profesores que están acá tengan un refuerzo y sepan cuál es el mejor camino a seguir o conocer cuál no es el bueno”, indica.
En la perspectiva de los seis años que la UdeC lleva impulsando estas jornadas, Gatica señala que claramente ha habido una evolución, pero que requiere de tiempo “porque los cambios en pedagogía y educación tienen ciclos muy largos, mientras que la tecnología tiene tiempos muy distintos, muy rápidos”.
El desafío para los educadores, agrega, es conocer cómo mediar y equilibrar  las transformaciones de largo plazo con aquellos cambios que ocurren más rápido, sobre todo en un contexto en que las tecnologías han penetrado fuertemente la sociedad.
“Nuestros alumnos son cada vez más cercanos a la tecnología”, indica, advirtiendo que su relación con ellas se construye más rápido de lo que lo hacen los profesores. Sin embargo -dice- los educadores deben aprovechar ese  interés de los jóvenes y los pequeños, trabajando en conjunto, en una relación de horizonalidad pedagógica.
Gatica señala que una de las claves, en el caso de las pizarras digitales, es que ya no se trata de que los alumnos escuchen  algo de forma repetitiva, sino de “meter los dedos…entonces participan, son activos y el aprendiz que es activo y que manipula su aprendizaje, aprende mucho más que el pasivo”.
A pesar de los beneficios que la tecnología puede otorgar a una clase y que él  mismo reconoce, Nibaldo Gatica es categórico en señalar que ésta no puede ser vista como un fin en sí misma, sino que en el contexto de los resultados reales en los aprendizaje y eso, dice, implica estar permanentemente analizando  lo que pasa en la sala,  y “leer cómo conversan el aula y la tecnología”.