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Preocupación por invasión de Dídymo a la Región congregó a investigadores en el Centro Eula

En la cuenca del Río Bío Bío, el Dídymo ya ha sido detectado en la zona de Lonquimay y aguas abajo de Ralco; situación que, si bien ya había sido advertida por su inminencia, tiene preocupados a científicos y servicios públicos relacionados con el tema hidrológico.
“Producto de los antecedentes recopilados, se generó una propuesta que afecta varias subcuencas de la cuenca del Río Bío Bío -la cual es compartida por las regiones de la Araucanía y del Bío Bío-, las que pronto serán declaradas como área de plaga”, anunció esta mañana Daniela Guajardo, profesional de la Unidad de Gestión Sanitaria y plagas de la Subsecretaria de Pesca.
Ello, explicó, significa que “se van a tomar todos los resguardos para generar un monitoreo permanente y estar atentos a la vigilancia de cómo se mueve esta plaga en el espacio y el tiempo”.
La profesional fue una de las expositoras en el seminario internacional Situación de la Invasión Didymosphenia geminata en la Región del Biobío: Aspectos Locales y Nacionales, organizado por el Centro Eula y en el que además participaron profesionales de la Subpesca, Sernapesca y el investigador Max Bothwell, representante del ministerio de Medioambiente de Canadá y uno de los mayores expertos mundiales en el tema.
Claudio Valdovinos, director de Eula, manifestó el temor existente entre la comunidad científica de que el Bloom –florecimiento y formación de masas gelatinosas- presente hoy en Lonquimay y Ralco se expanda a otras zonas del Biobío.
Se trata, explicó, de una plaga de distribución mundial que afecta, en primer lugar, los ecosistemas acuáticos, el turismo, la calidad estética, los olores, y también afecta las captaciones de agua potable, entre otros usos.
“Esta alga puede estar presente de dos formas: invisible a simple vista –microscópica- y, bajo ciertas condiciones todavía desconocidas, formando masas gelatinosas que invaden el fondo de los ríos. Ellos es visible y se le llama `moco de agua´, ya que es una gelatina que cubre las rocas”,  dijo.
Pese a tratarse de una plaga mundial, Valdovinos sostuvo que aún falta mucha investigación para saber las causas que promueven el Bloom de esta microalga, y cómo controlarla.
Una de las hipótesis acerca de su florecimiento ha sido elaborada por el experto canadiense Max Bothwell, quien sostiene que la disminución de los niveles de fósforo en estas aguas promueve la aparición de estos blooms de Dídymo. Esta propuesta está avalada con años de estudios en Nueva Zelanda, en Canadá y también en Chile.
Previo a su participación en el seminario de esta mañana Bothwell estuvo en el Bío Bío recogiendo muestras para analizar las cepas locales del Dídymo. “No observamos blooms de Dídymo porque, en general, estos aparecen más bien en la primavera tardía, en noviembre; hay una cierta estacionalidad en su aparición que depende de las condiciones climáticas e hidrológicas”, explicó.
Pese a que en Norteamérica el Dídymo es una especie nativa, Bothwell señaló que “el fenómeno de los blooms es relativamente reciente y las hipótesis que se manejan al respecto dicen relación con el cambio climático y algunos efectos de la actividad humana; probablemente, la disminución de niveles de fósforo en los ríos favorece el crecimiento masivos de esta microalga”.
Aunque no se detectó a simple vista, el experto explicó que “estando las células del Dídymo en los ríos, es muy probable que cuando se den las condiciones aparezcan estos blooms. Por ello es importante entender qué gatillan estos crecimientos masivos para manejar la expansión de la plaga”.
Por su parte el decano de Ciencias Ambientales, Ricardo Barra, manifestó que en Chile las mediciones de fósforo no tienen todavía los niveles de sensibilidad necesarios para verificar la hipótesis de Bothwell. “Para eso necesitamos observar, esa podría ser una importante herramienta predictiva que permitiera controlar el comportamiento aleatorio”, dijo.
Al respecto, el Servicio Nacional de Pesca, Sernapesca, ha determinado un polígono de contención que va desde detrás del embalse de Ralco hasta el Puente Quilaco, con énfasis entre las centrales hidroeléctricas Ralco y Pangue, donde muestreos demuestran que está concentrada la presencia del Dídymo. “La idea es mantener la restricción de actividades de navegación y, en muchos, casos se instalaron estaciones de desinfección para los usuarios puedan hacer uso de ellas”, explicó Lilian Troncoso, jefa del área de Acuicultura de Sernapesca.