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Perfiles UdeC: Mario Suwalsky, revelando los misterios de las macromoléculas de la vida

Participar en una clase de las que dicta el profesor Mario Suwalsky es encantarse simultáneamente con dos áreas del conocimiento: la química y la biología. Y no es de extrañarse, ya que son las dos disciplinas a las que este investigador ha dedicado su vida y cerca de ciento cincuenta publicaciones y más veinte proyectos. "Si hubiese existido bioquímica cuando entré a la Universidad, esa hubiera sido la carrera que habría elegido", comenta el académico.
Quienes conocen a Mario Suwalsky destacan las virtudes de sus diversas facetas: la de un académico con talento para transmitir sus conocimientos; la de un investigador riguroso y creativo; y la del cónsul, que sin buscar ese papel, lo ha impregnado de una cordialidad que pocos logran de manera tan natural.
Suwalsky nació en Santiago, justo nueve meses después del reencuentro de sus padres, quienes habían estado separados durante seis años debido a las vicisitudes económicas que la familia pasaba producto del período entre guerras en Europa. “Mi padre se vino de Polonia a Chile buscando un mejor futuro y recién después de seis años pudo traer a mi madre y comenzar así una familia. Me imagino que ese fue un muy feliz reencuentro”, cuenta el académico.
La misma insistencia por un mejor futuro llevó a la familia Suwalsky Weinsimer a vivir a Chillán, “con tan mala suerte que allí llegamos dos días antes del terremoto que dejó a la ciudad en ruinas”, cuenta. De Santiago a Chillán y de Chillán a Valdivia, donde afortunadamente no hubo ninguna catástrofe -indica el profesor-. Pero el destino de esta familia polaca –que ya había aumentado a cinco-, no era radicarse en esa ciudad. “A mi padre le surgió la oportunidad de llevar adelante un negocio en Concepción y nos vinimos en 1947. Finalmente estuvo a cargo de una fábrica de jeans, que cuando se convirtió en una moda, le fue realmente muy bien”.
De su paso por el Liceo de Hombres de Concepción se define como un alumno del montón: “Eso de memorizar a mí nunca me gustó mucho, por eso nunca fui sobresaliente en el Liceo”, comenta Suwalsky. Fue cuando ingresó a la carrera de Química y Farmacia (en el año 1957), en la Universidad de Concepción, cuando su desempeño académico sufrió un vuelco: “fue una revelación, era totalmente distinto, todo tenía una explicación y había mucho que pensar, ahí sí fui un buen alumno”, recuerda.
Ese es probablemente el motivo por el que este investigador de las grandes ligas -así lo avala su productividad científica- aún siente una fuerte pasión por la docencia, especialmente por los estudiantes de primeros años: “me gusta enseñarle a los que recién viene entrado a la Universidad las bases de la química, enseñarles a pensar, a razonar y a introducir en ellos los primeros conocimiento serios”.
Confiesa que entre los mejores momentos vividos en la Universidad se encuentran justamente los que han discurrido en las salas de clases, donde ha podido colaborar en la formación de un sinnúmero de profesionales de distintas disciplinas sobre los misterios de los polímeros, o macromoléculas biológicas, como las prefiere definir.
Es por eso que 2011 fue especialmente difícil para él: “el paro de los estudiantes me afectó bastante, incluso emocionalmente”, señala. Recuerda que una tarde de protesta estaba en su laboratorio, ubicado en el tercer piso de la facultad de Ciencias Químicas, junto a ayudantes y a alumnos, cuando una piedra rompió las ventanas: “afortunadamente no golpeó a nadie, ni tampoco dañó los equipos, pero yo me pregunto cuál es el espíritu de tirar una piedra a los profesores y a los laboratorios. Que nos hagan foco de esa rabia me produce realmente cierta amargura”, reflexiona.
Las macromoléculas biológicas
Profesionales de México, Italia y Colombia han venido a la UdeC a realizar sus doctorados con el profesor Suwalsky, lo que para el académico no deja de ser satisfactorio, más aún sabiendo que es uno de los pocos investigadores de Chile en desarrollar una línea de trabajo que conjuga la relación entre física, química y biología: “me interesan los problemas biológicos que se pueden resolver por métodos químicos, con la ayuda de instrumentos físicos, principalmente macromoléculas biológicas y muy especialmente membranas celulares”, detalla.
El académico explica que la unidad mínima de la vida es la célula y cualquier cosa que le suceda a la membrana la afecta directamente, y es en ese aspecto donde ha dirigido sus investigaciones, que en 1996 le llevó a ser reconocido con el Premio Municipal de Ciencias.
En la actualidad el profesor Suwalsky lidera el proyecto Fondecyt Estudios sobre los efectos estructurales inducidos por compuestos inorgánicos, drogas terapéuticas y extractos de plantas nativas en membranas celulares, con el que sólo en 2011 publicó siete artículos en revistas de corriente principal, todo un éxito si se tiene en cuenta que Conicyt exige sólo una publicación por cada iniciativa adjudicada. Dentro del proyecto el equipo ha evidenciado la relación que existe entre el alumnio y el mal de Alzheimer, tema de controversia en la comunidad científica, pero en el que han demostrado –y publicado-, que el aluminio tiene efectivamente una relación tóxica que puede explicar los daños de esta enfermedad.
A continuación, un breve video en que el propio profesor Suwalsky explica lo que ha sido la Universidad de Concepción en su vida: