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Más facultades se suman a convenio sobre vida saludable y prevención de la obesidad

La obesidad y la ausencia de hábitos saludables es un problema complejo y por ello su abordaje requiere una mirada multidisciplinaria. Así, desde sus inicios, en el Convenio de Desempeño Implementación de un modelo integrado para la promoción de estilos de saludables y prevención de la obesidad han estado representadas distintas especialidades, a través de académicos e investigadores de las  facultades de Medicina, Farmacia, Educación y  Ciencias Sociales.
Ampliando su rango de acción, el proyecto integró oficialmente a sus actividades  a las facultades de Agronomía y de Ingeniería Agrícola.
En la oportunidad y  con la participación del vicerrector Ernesto Figueroa –quien integra el Consejo Directivo del Convenio- y  representantes de las distintas facultades, se revisó en detalle el ambicioso plan de trabajo del proyecto, que se extiende hasta 2015.
El objetivo general de esta iniciativa –como explicó su directora, Natalia Ulloa- es diseñar e implementar un modelo territorial de gestión compartido en la adopción de hábitos de vida saludable y la prevención de la obesidad, plasmado en manuales y guías de procedimiento para intervenciones en instituciones de educación y organizaciones vecinales. Hito importante en la consecución de esta meta será la implementación de un centro especializado, único en su tipo en el país, en el campus penquista, que debería estar en funcionamiento a fines de 2015.
El vicerrector destacó la relevancia de este convenio que –dijo- está fuertemente orientado hacia la comunidad y que ataca un problema de alta prevalencia especialmente en la población infantil.
“El tema de la falta de hábitos de salud y el sobrepeso hoy se ha escapado del control de los  mismos especialistas y hay que hacer el máximo esfuerzo por solucionarlo. Sabemos que no es algo que tiene que ver solamente con las familias, sino con los colegios;  incluso detrás de esto hay aspectos socioeconómicos que influyen”, dijo.
Por eso, agregó, la Universidad está llevando a cabo esta iniciativa “en pro y beneficio de toda la comunidad y de manera especial en los niños”, de manera que a través de la educación sea posible introducirlos en una cultura de vida  saludable.
Justamente son los hábitos y los estilos de vida (no saludables) los componentes determinantes en el incremento de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la obesidad y sus patologías asociadas.
“Hoy se sabe que los determinantes sociales de las enfermedades (la publicidad, el sedentarismo) generan una carga de más de un 50% de impacto negativo y lo que los servicios de salud pueden remediar no es más del 30%.  Por lo tanto, no hay que esperar a padecer de las enfermedades, sino que es necesario actuar antes en prevenciones que son mucho más simples. Por eso hay que insistir en hábitos y estilos de vida más saludables, que hemos ido perdiendo”, señaló Natalia Ulloa.
En esta tarea, dijo, las carreras de la salud, como Medicina y Farmacia, tienen mucho que decir, lo mismo que el área de Educación, “porque los cambios tenemos que producirlos en las etapas más precoces de la vida, porque son mucho más consistentes, tienen  mucho más impacto”, agregando que, desde la perspectiva de las Ciencias Sociales, “los componentes más importantes (en el problema de la obesidad) son las determinantes sociales”.
Para la académica, la incorporación de las facultades de Agronomía e Ingeniería Agrícola será un aporte en la perspectiva de los aspectos alimentarios, la primera a través de la producción de alimentos y la segunda en su procesamiento.
“Como facultad creemos que podemos contribuir muy fuertemente a que la gente, aunque no viva en el ámbito rural,  sea capaz de generar parte de sus alimentos”, dijo el decano de Agronomía, Raúl Cerda, contento por la invitación a hacerse parte del proyecto.
El académico señaló que la facultad cuenta con una amplia experiencia en el desarrollo de huertos a nivel de barrios, organizaciones sociales y colegios, incluso en jardines infantiles.
“Podemos enseñarle los chicos cómo se hacen, cómo se sostienen en el tiempo, y capacitar a los papás de modo que sean capaces, en un pequeño terreno, incluso en un departamento, de generar parte de su alimentación de manera muy sana y si eso entra dentro de la conducta de las personas, ya estamos cambiando un poco los hábitos”, dijo.
Por su parte, el  director del Departamento de Agroindustrias,  Juan  Cañumir, explicó que los aportes de la facultad de Ingeniería Agrícola se darán en el campo de la transformación de los alimentos. “La ingeniería agrícola es ingeniería aplicada, donde el tema de la agroindustria es importante en el sentido de la transformación, de cómo la materia prima, los materiales frescos, pueden ser procesados y reutilizados posteriormente”.
En este caso, “queremos demostrar que se puede hacer buenos productos de fruta o de hortalizas, que sean saludables,  que no tengan tantos aditivos químicos,  que muchas veces son más fáciles de utilizar”.
En el marco del proyecto, dijo, es posible enseñar a las personas a producir este tipo de alimentos en un contexto de microempresa, y también contribuir en aspectos relacionados con dimensionado de cocinas o el diseño de artefactos que estén acordes a las necesidades de los grupos participantes.
Con el fin de llegar de mejor forma a los beneficiarios del proyecto, se han definido varios aliados estratégicos, entre los que se cuentan el Gobierno Regional, las seremis de Educación y de Salud; la Junta Nacional de Jardines Infantiles, los municipios de Hualpén (con 3 juntas vecinales del sector la Floresta) y de Chiguayante.