Ingeniero UdeC compartirá experiencia de vivir un año en la Antártica

En el centro del continente antártico se encuentra la base científica Amundsen-Scott, ubicada en el punto más austral de nuestro planeta, el Polo Sur. En este sitio tan remoto, el Ingeniero Civil en Telecomunicaciones de la Universidad de Concepción, Felipe Pedreros, vivió durante ocho meses y hoy, de regreso a su trabajo en el Observatorio Geodésico Tigo, contó su motivación para compartir con la comunidad penquista esta experiencia en uno de los lugares más inexplorados del globo, narrando su vida cotidiana en la base y las fascinantes experiencias científicas vividas.
Como primer chileno que estuvo trabajando casi un año en el Polo Sur, Felipe confesó sentir la necesidad de compartir el material audiovisual recopilado y las vivencias que compartió con 44 investigadores extranjeros. Es por ello que el próximo jueves 10 de julio, a las 19:30 horas, en la Corporación Cultural Alianza Francesa de Concepción, ofrecerá una charla denominada Destino Polo Sur: Un año al fin del mundo.
Hay mucho desconocimiento sobre Antártica, y me interesa contar a través de mi experiencia, cómo es este lugar misterioso, del cual no se sabe mucho; por eso voy a explicar detalles de este continente y las estaciones que existen en Antártica y, principalmente, sobre el lugar donde estuve, la base Amundsen-Scott en el Polo Sur, explicó.
Con recursos limitados, temperaturas de hasta -76º C y bajo una noche continua de seis meses, Felipe compartió su experiencia como operador -junto al estadounidense/filipino Blaise Kuo Tiong- del telescopio astronómico, apoyando técnicamente al descubrimiento de los primeros neutrinos extragalácticos detectados por el proyecto IceCube.
Asimismo, recordó el trabajo diario de monitoreo que realizaba en este telescopio, explicando que este es un detector que necesita estar funcionando el 100 por ciento del tiempo, por lo tanto, cualquier desperfecto debe ser solucionado de manera rápida. Esto se convierte en algo entretenido, porque aunque por tiempos no pasaba nada, sabías que en algún momento se podía generar una emergencia y tenías que arreglar rápidamente el detector desde la base o incluso ir al mismo telescopio, que está ubicado a 1 kilómetro de distancia, lo que implicaba caminar por el hielo, muchas veces de madrugada. Allá el invierno es tan frío que no puedes ocupar motos, sino que sólo caminar, por lo tanto, congelarse cada vez que salías era parte de la rutina.
A pesar del largo periodo de aislamiento, aseguró que vivió su pasión por la astronomía de forma intensa, no sólo como encargado del detector, sino por la experiencia de compartir con investigadores extranjeros, que también están aportando a la ciencia desde el punto más austral del planeta.
Intentando realizar una vida lo más normal posible, el día a día en la base Amundsen-Scott, consideraba actividades y lugares de entretención, como gimnasio y sala de música, donde Felipe pasaba parte del tiempo tocando batería, junto a la banda musical que formó en estos meses en la Antártica.
Asegurando que fue una experiencia agradable, donde aprovechó el tiempo para realizar sus actividades preferidas, recordó que lo más complejo fue regular el ciclo del sueño, debido a los seis meses de noche continua. Muchas veces pasaba 24 horas despierto. Tenía un gran desorden que me fue imposible regular y tuve que aprender a convivir con un sueño desordenado, comentó.
A partir de esta inédita experiencia, el Ingeniero UdeC participará en la reunión bianual del Proyecto Ice Cube, a realizarse entre el 15 al 19 de septiembre en Ginebra (Suiza), donde junto a su compañero estadounidense contará su experiencia como operador winter-over del observatorio de neutritos más grande del mundo.
Mis proyectos son seguir viviendo experiencias como ésta, en lugares tan fascinantes como la Antártica", aseguró.