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Expertos debatieron sobre carreteras hídricas en congreso del EULA

Para este año hay predicciones de disminución de un 40% de agua en algunas regiones, lo cual hace prever un escenario muy crítico este verano. La aseveración la hizo el director del Centro del Agua para la Agricultura de la UdeC, Felipe de la Hoz, en la jornada de clausura del Congreso Nacional de Limnología, que durante cuatro días se desarrolló en la UdeC.
“Es necesario ir definiendo una estrategia para enfrentar esta situación y poder llegar hacia los usuarios y agricultores, que son los más impactados con estos escenarios”, señaló de la Hoz, agregando que –en ese contexto- va a haber un competencia mucho mayor entre los distintos usos que se le da al agua en Chile; usos que todos los años han ido incrementando.
El director de la entidad universitaria se refería así a las llamadas carreteras hídricas, proyectos de trasvasije de agua que permitan llevar el líquido desde el Sur al Norte de Chile, donde hace falta agua tanto para faenas agrícolas como mineras.
Múltiples fueron los temas relacionados con los recursos hídricos tratados en el Congreso de Limnología; el de la carreteras hídricas fue discutido en conjunto con los asistentes al Congreso Chileno de Ingeniería Hidráulica, que inició también sus actividades en la UdeC.
En ese encuentro se conversó acerca de potenciales impactos de los proyectos de trasvasije de agua en Chile. Como explicó Axel Dourojeanni, Consultor Senior en Fundación Chile, “lo de carreteras hídricas es un concepto adoptado de las carreteras eléctricas. Es un terminología reciente, pero hay que tener presente que importar agua de un lado a otro, los trasvasijes, han existido en el mundo desde siempre, sólo que las distancias nunca han sido tan largas como en el caso chileno”.
Ese trasvasije se puede hacer mediante diversas acciones que implican diferentes costos y requerimientos: transportarla por ductos por tierra o bajo el mar, o -para distancias mayores- a través de barcos y de bolsas de agua. “Evidentemente, en el Norte les interesan los ríos que tienen una cierta cantidad de agua que todavía llega al mar; básicamente Rapel, Maule y Bío Bío, que ya están intervenidos por las hidroeléctricas”, dijo Dourojeanni.
A su juicio, en esos casos ya se han visto conflictos entre la operación de los embalses para generación de hidroenergía y las demandas de agua para riego. “Si a eso le agregamos demandas para exportar agua, habría que pensar que los multipropósitos de estas empresas deberían ser considerados, porque dejarían con menos agua a estas regiones. Evidentemente está también el tema de la reducción de los volúmenes de agua que llegan al mar. Eso ya está pasando con las centrales hidroeléctricas, que tienen represas que almacenan agua y reducen los aportes de agua que salen hacia el estuario. Eso afecta la salinidad, la concentración de sales, el PH, una serie de situaciones de sistemas de transición que son los más delicados”, agregó.
Para el funcionario, el trasvasije así planteado no es distinto a sacar agua para riego y que no llegue a la desembocadura. “En general ya se están afectando fuertemente las desembocaduras de los ríos. Cuando se habla de trasvasije se habla de un máximo de 30 m3 por segundo; no es mayor el efecto del trasvasije de lo que hoy produce el efecto de sacar agua para riego y disminuir el caudal en los cauces”.
Escasa inversión
El académico de Ingeniería Civil UdeC, Claudio Meier, fue drástico al dar su opinión. “Mi sensación es que estos proyectos se van a terminar haciendo sí o sí. Estamos metidos en un esquema de desarrollo del cual tenemos pocas alternativas de salirnos. Dentro del marco restringido de que sí hay que llevar agua al Norte, hay que tener presentes los impactos ambientales, que tendrían distintas alternativas”.
En ese sentido, en opinión del académico, “cualquier esquema que consista en trasvasije a nivel terrestre tiene impactos ambientales bastamente superiores que tomar agua cerca de la desembocadura de los ríos”.
Tanto Meier como Dourojeanni coincidieron en que uno de los grandes problemas en esta materia que hay en Chile es la separación que existe entre el conocimiento de la dinámica de los ecosistemas y las intervenciones decididas por otros.
“Eso es igual con todos los grandes proyectos de desarrollo en Chile; en general tienen estudios de impacto ambiental que son ridículos en comparación con lo que se haría en un país desarrollado. Aquí las líneas base consisten, generalmente, en ir tres veces a terreno, tomar un par de muestras de agua y hacer una recopilación de tesis de estudiantes de pregrado -si es que hay alguna universidad local cercana-. Yo grafico esto con las cifras de inversión: en Hidroaysén, por ejemplo, el estudio de impacto ambiental involucró a casi todas las universidades grandes chilenas, para darle respetabilidad científica. Sin embargo su costo fue aproximadamente un 0,1% del valor del proyecto, sin incluir las líneas de alta tensión. En los países desarrollados los costos de estos estudios pueden ser del orden del 3% e, incluso, hasta el 5%. Por lo tanto, aquí estamos haciendo proyectos en lugares en que desconocemos casi todos y estamos invirtiendo una ridiculez en estudios de impacto ambiental y por eso salen malos”.
Agua para agricultura
En tanto, el director del Centro del Agua para la Agricultura ponía la mirada en el desarrollo actual y futuro de la agricultura en relación con los proyectos de trasvasije de cuencas.
En su presentación se refirió, además, a algunas inquietudes sobre el impacto que se podía generar en el desarrollo productivo de la Región, así como las competencias que existen hoy y la presión en el mercado del agua que existe en torno a este tipo de proyectos.
“En la actualidad hay una competencia no menor, en cada región, por el uso de los recursos hídricos. Ha habido una disminución en la disponibilidad de estos recursos, lo que claramente impacta la competencia por rubro. Al momento de pensar un proyecto de trasvasije ya entran otros actores -de otra regiones-, dentro de la presión del mercado”.
De la Hoz también lamentó la escasa investigación académica que se incorpora en la discusión. “Hasta ahora lo que las empresas han hecho es entregar una visión más técnica, del punto de vista de mover un volumen de agua al Norte, de la parte de ingeniería, pero no han considerado las investigaciones realizadas por especialistas, como las presentadas en este Congreso”, dijo.