El chileno Alfredo Zamudio tiene más de 25 años de experiencia en conflictos de alta complejidad, asistencia humanitaria y derechos humanos y en ese tiempo ha madurado el valor del diálogo como una herramienta que puede transformar o al menos suavizar realidades dolorosas.

Desde esa experiencia y como director del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo de Noruega -país en el que vive desde 1976- afirma que es importante formar a las personas en el diálogo.

“El diálogo se puede enseñar y hay que enseñarlo, porque vamos a estar expuestos a problemas toda la vida; si nosotros vivimos vidas separadas, porque somos diversos y nunca nos encontramos, vamos a tener problemas muchas veces”, expresó el experto, quien estuvo esta mañana en la UdeC impartiendo la clase magistral Tiempos de diálogos.

Y si bien la organización ha estado presente en negociaciones para la paz en Irak, Polonia, Colombia y Afganistán, entre otros, casi el 80% de sus actividades se centran en Noruega, nación que está en los puestos de avanzada en índices como el de Paz Global.

“Noruega es un país tranquilo, no tiene conflictos y la mayoría de actividades son allí porque la diversidad de personas, de culturas, de niveles económicos siempre crea puntos de encuentro y de desencuentros; una sociedad moderna tiene que educar, tiene que enseñar a cómo sobrevivir la diferencia, a cómo crecer con la diferencia y enseñar a que esa diferencia es parte de la vida”, expresó.

En su exposición compartió parte de la metodología que ha desarrollado el centro para la facilitación del diálogo, al que definió como “una forma de comunicación, donde no se trata solo de hacer valer tu voz sino de escuchar la del otro”.

Zamudio explicó que desde centro entienden que la resolución de conflictos no ocurre con un solo diálogo, sino que requiere de muchas conversaciones. “El diálogo sobre el tiempo puede llevar a la confianza sobre el tiempo, y la confianza sobre el tiempo puede llevar a generar colaboración sobre el tiempo y estos tres componentes son los que sirven para encontrar mejores soluciones”, aseveró.

Pero también advirtió que estas conversaciones pueden no llegar a soluciones –y para eso están otras vías, como la negociación o la medicación- y que dialogar no necesariamente significa “aceptar lo inaceptable, justificar lo injustificable o perdonar lo imperdonable; pero escuchar la motivación del otro, saber qué hizo que esa persona (el enemigo) tomara esas decisiones que tuvieron esas consecuencias, sirve para entender la visión del otro hacia ti y prevenir que suceda una próxima vez”.

La actividad fue organizada por Fundación Colunga junto a Acercaredes y Social B, entidades que están trabajando hace dos años con la Facultad de Ingeniería de la UdeC en iniciativas para ayudar a la superación de la pobreza infantil en Biobío, Ñuble y Maule.

El director de Colungo, Antonio Celedón, explicó que en el contexto de ese trabajo “y frente a la crisis que estamos viviendo como sociedad nos dimos de que nos falta capacidad de poder tener esas conversaciones difíciles, que nos permitan el abordaje profundo de los desafíos de desarrollo que enfrentamos en la actualidad”.

El ejecutivo anunció que en abril, junto al Centro Nansen, iniciarán una capacitación dirigidas a organizaciones territoriales para promover diálogos en contextos de vulnerabilidad y exclusión, partiendo en Santiago y Valparaíso, lo que será replicado luego en la Región del Biobío.