El rol de las Fuerzas Armadas frente a los desastres naturales, la resiliencia y la construcción de capacidades de gestión en el nivel comunitario y el análisis de los peligros volcánicos, fueron parte del amplio temario que abarcó el Seminario Nacional en Gestión para la Reducción de Riego de Desastres y Adaptación al Cambio Climático realizado hoy en la UdeC.
El encuentro fue organizado por el Programa de Educación en Desastres de la UdeC, PED, la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía (FAUG), en el marco del Segundo Encuentro Nacional de la Red Chilena de Universitarios Latinoamericanos y del Caribe Trabajando en Reducción de Desastre (Redulac), que reúne a diversas casas de estudio del país.
El decano de la FAUG, Bernardo Suazo, fue el encargado de abrir el encuentro con un saludo a los asistentes, en el que reflexionó sobre el reto que engloba la necesidad de educar sobre la gestión de los riesgos. “Las palabras clave, al menos en nuestro país, parecen ser: informarse y aprender. Sin embargo, cada que suceden estos desastres, volvemos a cometer los mismos errores, volvemos a sufrir los mismos problemas y, lo que es más grave, volvemos a olvidar lo que pasó, hasta que vuelve a ocurrir”.
Y eso, dijo, no sólo se ve en la comunidad, sino también en la institucionalidad, que “desgraciadamente no parece estar preparada para la gestión de desastres, para reducir los riesgos y, menos aún, para adaptarse a los constantes cambios que nos impone el lugar que habitamos”.
El académico puso así de relieve el papel de los docentes en la transferencia de los conocimientos a la comunidad, de manera que las personas tengan la capacidad de autoprotegerse frente a un desastre y, luego, sobreponerse y normalizar su vida.
Suazo recalcó, asimismo, el compromiso de su Facultad en estas materias que, dijo, se concreta en la participación en una serie de instancias que permiten, además, construir un vínculo más cercano con la comunidad.
Por su parte, el coordinador de Redulac Chile, Félix Aliaga, se refirió a la necesidad de contar con comunidades informadas y preparadas para hacer frente a posibles desastres, presentando un modelo de trabajo para estas situaciones. A su juicio, a la hora de traspasar conocimientos, estos no deben estar acotados sólo a los de carácter científico, sino que se deben incorporar los saberes ancestrales, propios de los lugares.
“Proponemos que para cada evento adverso se realicen los análisis y estudios combinados de ambos conocimientos; luego, en conjunto con la comunidad, establecer las priorizaciones de las amenazas y construir un plan que incorpore también priorizadas las vulnerabilidades y, junto con ello, mecanismos de alerta, puesta en estado y de alarma y respuesta”.
Aliaga señaló que las medidas de prevención, mitigación y reparación deben ser consensuadas entre autoridades, expertos y la comunidad. “Este modelo para enfrentar situaciones adversas permite que los planes sean validados por la comunidad y lógicamente incorporados como propios”, dijo.
La jornada de la mañana contó también con la participación de la jefa de la Academia de Protección Civil, Consuelo Cornejo, quien habló de las proyecciones del cambio de enfoque en el sistema de protección de las personas, desde una perspectiva reactiva (planes de emergencia), a un centrada en la prevención y reducción de riesgos. También expuso, en la ocasión, el Jefe de Carrera de Geografía, Leonel Ramos, quien presentó parte de una investigación sobre ciudades resilientes, que tiene que ver con la capacidad de las ciudades para reconstruirse luego de un desastre.
Por su parte, el director del PED y Jefe de Carrera de Geografía, Oscar Cifuentes, abordó un tema fundamental cuando se habla de preparación de las comunidades en estas materias: la educación temprana.
El académico afirmó que ésta “tiene que ser educación sistematizada, no como un taller o un par de clases, sino que debiera estar incorporado dentro de los programas educativos de los escolares, en todos los niveles de la enseñanza desde el kinder hasta la enseñanza media”.
Los niños, dijo, ven los fenómenos naturales con una mirada distinta “por ese motivo es que, si comenzamos a educarlos de forma sistemática, el día de mañana van a estar en condiciones de alertar al resto de la población, como ya sucedió en Sumatra y Juan Fernández”. Esto, dijo, demuestra que los niños y jóvenes pueden ser agentes conductores del conocimiento en sus entornos más cercanos. Por otro lado, agregó, que esta formación permite contar con personas más resilientes a futuro.