A cincuenta años de dejar las aulas, seis exalumnos de Ingeniería Mecánica –representantes de la primera promoción de la especialidad, compuesta por nueve profesionales- se reunieron hoy con el rector Sergio Lavanchy para –como dijeron- expresar, a través de la autoridad,  su agradecimiento a la Universidad por la formación recibida.
“Fue una formación tan integral, de mucha versatilidad, que nos permitió desempeñarnos en los más diversos campos, incluso algunos que no eran propios de la especialidad.  Por eso queremos reconocer a la Universidad”, dijo José Ruiz, al explicar el motivo del encuentro que surgió de una reunión que tuvieron en Santiago hace ocho meses.
El profesional señaló que como primera generación de Ingenieros Mecánicos también tienen el orgullo de haber hecho aportes importantes al país a través de su profesión.  Como ejemplo, citó la participación de profesionales de la Universidad en el proyecto de  Huachipato de subir la producción de un millón de toneladas anuales (a mediados de los 60), lo que significó implementar un sistema de convertidores de oxígeno asociado a colada continua. Era algo que no existía en la acerería, por eso –cuenta Agustín Hernández-  ambos debieron realizar un completo estudio bibliográfico sobre estos temas.
Ruiz también destacó lo que la Universidad les entregó en el ámbito personal y que –indicó- “es algo de lo que nos  hace sentimos orgullosos de nuestra profesión, que no tiene mancha en nuestra honorabilidad y comportamiento ético”.
Al decir esto recordó la emblemática clase magistral que el rector de entonces, David Stitchkin, ofreciera al inicio del año académico de 1961 y en la que señalara como principios la honestidad de propósito, el respeto a la convivencia y la dignidad en el lenguaje. Estos tres principios –dijo- los han acompañado en lo personal y profesional.
Además de haber estado en esta conferencia, esta generación tuvo el privilegio de asistir a clases de personajes históricos de la Universidad, como Salvador Gálvez, Leopoldo Muzzioli, Alamiro Robledo y Alexander Sutulov; y otros académicos que han sido parte importante del desarrollo de la Facultad de Ingeniería, como Carlos Camurri, Gustavo Pizarro y Ventura Cerón.
Entre las anécdotas de los académicos, recordaron que el profesor Gálvez tenía “una técnica especial” para sus clases: escribía todo lo que iba a tratar en la jornada en la pizarra.
Otro aspecto fundamental en la formación, que destacaron Alejandro Gorrini y  Renato Vaccaro, fue la cercanía con la industria, lo que –aseguran- les permitió insertarse de manera casi natural en el mundo laboral.
Como era la primera vez que se impartía la carrera –recuerda Genaro Gotelli- no había profesores especializados, entonces los formadores eran ingenieros que venía de industrias como Asmar o Huachipato, entre otros).
Lo mismo ocurría con los laboratorios, que se impartían afuera, como señala Gustavo Peña y Lillo.  Gorrini recuerda uno que tuvieron en Asmar:   “Estuvimos trabajando todo el verano, encerrados mirando de lejos una piscina que había en el lugar”.
El rector Sergio Lavanchy destacó el espíritu de unidad del grupo de exalumnos, con quienes compartió algunos logros de la casa de estudios, reflejados en los reconocimientos que ha tenido en el ránking de universidades latinoamericanas elaborado por QS, y que sitúa a la institución en el lugar 9 entre 200 y el América Economía, que la ubica tercera a nivel nacional.
También actualizó a los exalumnos en relación a la Facultad, que actualmente cuenta con 12 carreras, a la que sumará la especialidad de Ingeniería Civil de Minas a partir del próximo año. Asimismo, les informó sobre los avances en la reconstrucción del edificio de Ciencias Químicas, siniestrado durante el terremoto del 27 de febrero de 2010.