“De estilo conciso en sus composiciones y pausado en su conversar, el musicólogo y ex docente de la Universidad, Miguel Aguilar Ahumada, es un hombre querido y reconocido no sólo entre sus alumnos, sino también entre sus pares”. Así comienza una crónica del periódico Panorama, que dio cuenta en el año 2006 del doble reconocimiento recibido por este académico: el Premio Presidente de la República en la categoría Música Clásica y el Premio Regional en Artes Musicales, otorgado por el gobierno regional.

Su fallecimiento generó profundo pesar en la comunidad académica y cultural penquista, pero también recuerdos de su paso por esta institución y por la ciudad, tanto de estudiantes como académicos que compartieron con él.

Nicolás Masquiarán, musicólogo y docente del Departamento de Música de la UdeC, conoció bien su trabajo. En 2011, lanzó el libro “Miguel Aguilar. Obras para voz y piano. Obras para piano solo”.

Masquiarán señaló que “ante todo, Miguel Aguilar fue alguien que dedicó su vida y carrera a las aulas de la Universidad de Concepción. Será recordado por su generosidad, por haber inspirado a sucesivas generaciones de estudiantes a ampliar sus horizontes en la docencia, la investigación, la interpretación y la creación. Sin duda es un personaje clave entre quienes contribuyeron a forjar el perfil de la música académica local, desde la UdeC”.

Nacido en Huara, en 1931, Aguilar es reconocido por ser “el primer agente vinculante entre la institucionalidad musical que se venía forjando en Santiago desde la década de 1920, cuya culminación local fue la fundación de la Escuela Superior de Música de la Universidad de Concepción, en 1963. Antes de radicarse en la ciudad, Aguilar había ejercido como colaborador en la Universidad de Chile, como crítico musical para El Mercurio y había adquirido cierto reconocimiento en el mundo de la composición, explicó Masquiarán.

En su reseña, señaló que “en 1956, llegó a la ciudad de Concepción para trabajar en el Conservatorio de la Corporación Sinfónica, que luego pasó a la Universidad. Tras su llegada, vimos aparecer las producciones locales de ópera (Bastien und Bastienne, 1956), el primer concierto de creadores locales (1963), el primero dedicado íntegramente a la música de vanguardia (1965), contribuyó a que en la ciudad se alcanzaran los estándares de formación musical que imponía el modelo de la Universidad de Chile. Además, puso a Concepción en el mapa de la creación musical docta”.

“Como creador compuso 46 obras entre 1951 y 2003, de circulación local, nacional e internacional. Su música sonó en el teatro local, a través del TUC, en los Festivales de Música Chilena y en los escenarios internacionales. Sus aportes fueron reconocidos con el Premio Municipal de Artes (1987) -ocasión en que declaró que ya podía sentirse como un auténtico penquista-, el Premio Encargo a la Composición Charles Ives (1996)” y los ya mencionados Premio Regional de Artes Musicales y Premio Presidente de la República en la categoría Música Clásica (2006).

La Orquesta de la Universidad ha interpretado, entre otras, su Obertura del teatro integral, en varias ocasiones, y Música concertante para maderas, bronces y cuerdas inspirada en la Cantante Calva de Ionesco. “Eran obras que escribía espontáneamente pero que estaban al alcance de los medios de Concepción”, señaló el profesor Aguilar en aquella entrevista en 2006.