Más allá de una protesta puntual, las discusiones en torno al lucro o las demandas de educación gratuita en Chile encierran una crítica al modelo de desarrollo vigente y la búsqueda de uno nuevo donde estén presentes otros elementos, como el  bienestar subjetivo de las personas.
Se trata de una aspiración que, según el investigador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Pedro Guells, se ha hecho presente en distintas sociedades del mundo y  que responde –dice- a lo que se ha estado discutiendo en los últimos cinco años a nivel no sólo teórico, sino también en el seno de organizaciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y las propias Naciones Unidas: los fines del desarrollo.
“Esto –señala el sociólogo-  tiene que ver, entre otras, con que estamos en un periodo que podría designarse como el comienzo del fin de la hegemonía neoliberal respecto del desarrollo. Entonces,  paralelamente a esta suerte de ocaso neoliberal, surge la pregunta sobre lo que viene ahora. Ya está claro que el crear mercados dinámicos, que producen más ingreso,  no es la finalidad del desarrollo”.
En este contexto comienza a imponerse la idea de que lo que realmente  importa es el bienestar subjetivo de las personas; es decir, la felicidad. Y aquí, cuenta Guell, surgen iniciativas como las del Reino de Bután, que define sus políticas públicas no por índices económicos, sino por una tasa de felicidad bruta,  o el intento del ex presidentefrancés Nicolás Sarkozy de buscar, por medio de una comisión de premios Nobel, fórmulas para orientar objetivos de desarrollo no desde el PIB, sino desde las necesidades subjetivas de las personas.
Este nuevo elemento es el eje del último Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano en Chile que ayer fue analizado por Guells en una conferencia programada por el Magíster en Políticas Sociales y Desarrollo en el cierre de sus actividades académicas de este año. Volviendo al caso de Chile, el investigador explicó que, a la hora de abordar el informe, no era posible desligar una idea de desarrollo del momento social que vive el país, con un grupo de personas más empoderadas y conscientes de sus derechos.
“No hay un fenómeno paralelo, estas cosas tienen que estar juntas. Vimos especialmente  que no se puede discutir de los nuevos fines del desarrollo, si no se toma en cuenta la efervescencia, la conflictividad y la movilidad social; es decir, hay algo que (estas personas) están diciendo sobre el desarrollo y por tanto hay que conectar las dos discusiones”, señaló.
En su exposición, Guell explicó la forma en que se elabora este informe –donde destacó su carácter multimétodo- afirmando que más que un “producto académico”, este documento es “una máquina para producir discusiones”.
“Este (el informe) es un instrumento que pretende detectar tendencias, transformaciones latentes, que todavía no han emergido a la discusión pública, que no tienen lenguaje, que no tienen cifras ni conceptualizaciones, por lo tanto no pueden ser conversadas.  Nosotros pretendemos detectar eso que es subterráneo y transformarlo en algo conversable”.
La idea, señala, es que a partir de este informe, que está sobre una base real y que configura un diagnóstico, también surjan discusiones para aventurar propuestas metodológicas  para un nuevo desarrollo.