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Edmundo Larenas: primer decano y precursor de la sismología en Chile

¿Qué cosa es un temblor de tierra? ¿Cuál es la fuerza que conmueve el suelo que pisamos, ya débilmente, ya de manera horrible y destructora? ¿Qué estudios se han hecho sobre tan importante materia? ¿Podrán preverse y pronosticarse los temblores?”
Cuando en el siglo XIX en Chile poco se sabía -a nivel científico- sobre sismos, el integrante del Comité Pro Universidad de Concepción y primer Decano de la facultad de Ciencias de nuestra casa de estudios, Edmundo Larenas, publicó en 1881 el libro Estudio sobre los temblores de tierra y las principales teorías emitidas para esplicar (sic) la naturaleza física y las causas que los producen, de cuya existencia dimos cuenta en una nota anterior de Panorama, relativa a los tesoros bibliográficos que posee la UdeC.
Las preguntas antes mencionadas inician el libro, que fue editado en la imprenta de El Republicano y que actualmente se encuentra en la Sala Chile, de la Biblioteca Central de la UdeC.
Eugenio Flores, curador de ese fondo bibliográfico, destaca la importancia de este ejemplar, ya que son muy pocos los libros editados en Concepción en el siglo XIX. Apenas unos dos o tres, dice. Entre ellos se encuentra, además, una Carta Pastoral del Obispo José Hipólito Salas, editada en 1877 en la imprenta de la Libertad Católica ubicada en calle Freire, y que también se encuentra en esta Sala. Además, es probablemente el primer libro de ciencias escrito en Concepción.
Los temblores en el siglo XIX
Para contestar la primera de las preguntas formuladas, ¿Qué cosa es un temblor de tierra?, Edmundo Larenas se refiere primero a las sacudidas volcánicas y a los pequeños temblores (breves “movimientos mecánicos en masas interiores y solo sensibles en las capas libres de la superficie”).
Luego sostiene que “los grandes terremotos en que las fuerzas subterráneas obran hasta llegar a nuestra vista arrojando fuera materias internas, no es posible que sean el efecto aislado de un hundimiento, ni de una descarga eléctrica, ni de una esplosion (sic) o combinación de gases, ni del choque de una columna de lava”, se lee en el libro, escrito cuando aún Alfred Wegener no formulaba la Teoría de la Tectónica de Placas y cuando hacía pocos años que Charles Darwin había publicado (en su libro sobre el viaje a bordo del Beagle) sus conclusiones primigenias respecto de que debía haber una relación entre vulcanismo y terremotos, lo que había deducido tras presenciar los efectos causados por el megaterremoto de Concepción de 1835.
Y continúa Larenas: “Por el contrario, los datos aglomerados en la primera parte de este estudio dan mérito más bien para colocar las fuerzas poderosas que deben ocasionarlos en verdaderos hogares sísmicos (semejantes a hogares volcánicos), con su lava líquida cargada de gases y vapores a fuerte presión que solevantarían las capas superiores; sus esplosiones y combinaciones, que producirían choques sucusorios (sic) o a lo menos ruidos o estallidos subterráneos”.
A juicio de Larenas, “admitida la fluidez central del globo –terráqueo-, esos hogares de temblores se estenderían (sic) por todas partes bajo la corteza terrestre”.
Por ello sostiene que “no es probable que sea una sola la causa de los fenómenos sísmicos: tal vez lo que llamamos ruidos subterráneos, temblores, terremotos, son efectos semejantes y a veces combinados, de causas muy diversas”.
En su texto, Larenas estudia también las manchas solares y los fenómenos cósmicos relacionados con ellas, como influencias directas en las fuerzas sísmicas, y habla de las “conmociones del océano que siguen a algunos terremotos”, fenómenos que describe como “grandes ondas sísmicas que parecen solo el impulso violento y más o menos continuado que se comunica a la masa acuosa a causa del estremecimiento de las riberas firmes”.
Edmundo Larenas
Abogado, notario, catedrático de geografía física e historia natural en el Liceo de Hombres de Concepción, Edmundo Larenas fue edil de esta ciudad y uno de los miembros fundadores de la Escuela de Química Industrial, uno de los pilares de esta Universidad.
En sus Crónicas y semblanzas de Concepción, René Louvel lo describe como “de tamaño regular, ancho de espaldas, un poco agachado, relativamente calvo, de nariz chata y gruesa, de ojos profundos y azules, desaliñado en el vestir, andar pausado y lento”.
También menciona que fue, tal vez, el primero en estudiar la Teoría de la Relatividad de Einstein y que fue el primer decano de la facultad de Ciencias de la UdeC.
Edmundo Larenas murió en Santiago el 12 de diciembre de 1922. La ciudad, en su homenaje, designó con su nombre la calle que bordea el campus universitario y que se extiende desde avenida Chacabuco hasta calle Victoria.