José Luis Arumí
Director Departamento de Recursos Hídricos
Facultad de Ingeniería Agrícola, Campus Chillán

Frente a la incertidumbre que ahora nos genera el cambio climático debemos tener presente que la humanidad, como especie, prosperó a través de los cambios climáticos previos que causaron –entre otros- la desaparición de especies como el mamut y el dientes de sable.
Nuestra ventaja fue la capacidad de adaptarnos usando la tecnología, lo que permitió a la especie humana logró sobrevivir grandes variaciones del clima y evolucionar a lo largo de la historia, aunque el costo fue alto, pues el cambio climático causó invasiones, migraciones y la destrucción de civilizaciones porque el nivel tecnológico de aquella época no permitió una adaptación lo suficientemente rápida. Actualmente, los problemas que enfrentamos son menos dramáticos, pues ya  no hablamos de muerte y/o destrucción, sino de asegurar el desarrollo económico, la equidad social, la protección del ambiente y de cómo logramos eso cuando tenemos la amenaza  de las sequías y el cambio climático.
La respuesta es volver a la antigua receta de la humanidad: evolucionar usando la tecnología. El cambio climático no va a traer migraciones ni destrucción de nuestra sociedad. Además estoy seguro que tampoco habrá guerras por el agua, pues –entre otras cosas- vamos a avanzar desarrollando tecnologías que nos permitan adaptarnos y corregir errores pasados, como los de la “revolución verde”, que fue nuestra respuesta a la amenaza de escasez de alimentos, pero que causó grandes problemas ambientales.
Por ello, debemos aprender de aquellos errores y no volver a cometerlos. Debemos aplicar lo que hemos aprendido, adaptando la agricultura, incorporando nuevas especies, mejorando la tecnología de riego y fertilización y, por supuesto, construyendo embalses.
Los agricultores más emprendedores tienen esto muy claro y es así como han cambiado especies, han construido pozos profundos y tecnificado el riego, lo que ha traído un importante cambio del paisaje de Chile, pues hoy es común encontrar huertos frutales que no existían hace 20 años, lo que genera nuevas situaciones, pues cuando un agricultor usa riego tecnificado tiene la posibilidad de usar toda el agua de que dispone para regar toda la superficie que posee y si bien ello es válido,  no es gratis, pues dejan de ocurrir los derrames que alimentaban a los agricultores que están aguas abajo.
Efectivamente, con la agricultura tradicional un agricultor regaba con 100 litros, pero perdía 70, que los usaba otro agricultor ubicado más abajo. Hoy, el mismo agricultor sigue regando con sus 100 litros una mayor superficie y sólo pierde unos 10 litros, que es lo único que le queda al agricultor de más abajo, que cada día tendrá menos agua disponible, quedando en una situación cada vez más vulnerable.
Por ende, es necesario actuar como sociedad buscando las mejores soluciones que protejan a aquellos que son más vulnerables. Muchos estamos convencidos de que la construcción de nuevos embalses es absolutamente necesaria, pero éstos deben diseñarse y construirse minimizando los impactos ambientales negativos y maximizando los positivos. Los embalses son quizás la medida más concreta para garantizar seguridad frente a sequías y deben ser construidos, pero con tecnología del Siglo 21, pues la evolución no sólo se aplica a la sociedad, sino que también a la tecnología, especialmente cuando se aprende de los errores.