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Carolina Rojas, investigadora de Cedeus: humedales urbanos y cómo salvarlos

Un humedal es un terreno que sirve de transición entre el agua y la tierra. Por ello, se ubica de preferencia en zonas costeras. Con el crecimiento de las ciudades, muchos de estos humedales quedaron atrapados e intervenidos y lo que queda de ellos sufre presiones inmobiliarias y contaminación, entre otros factores, que los están haciendo desaparecer.

Este problema está siendo de a poco reconocido por el sistema político. El Senado se encuentra discutiendo un proyecto de ley para proteger específicamente los humedales urbanos, que por estar rodeados de casas o cruzados por calles, no siempre se reconocen como lugares que prestan un servicio ecosistémico a los habitantes de las ciudades.

Esta poca visibilización también tiene su correlato en el mundo político. La semana pasada, la ministra del Medio Ambiente, Marcela Cubillos, declaró en la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara que “La forma de proteger los glaciares es a través del impulso al proyecto que crea un sistema de áreas protegidas, no creemos que deba existir una protección específica para humedales o glaciares”.

Los humedales urbanos cumplen funciones relevantes para las personas, tales como protección ante inundaciones, regulador de la temperatura, ser fuente de agua para beber en casos de emergencia, limpiar el aire y proveer de un espacio recreativo para la ciudad. Sin embargo, no existe una legislación que los proteja.

Los problemas a los que se enfrentan los humedales urbanos es una de las áreas de trabajo que desde 2011 lidera la investigadora Carolina Rojas, del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable, CEDEUS. Su interés comenzó cuando estudiaba su doctorado en España en 2008, haciendo su tesis sobre el crecimiento urbano en ciudades chilenas. “De repente me di cuenta de que en Concepción, más de 500 hectáreas nuevas estaban creciendo sobre humedales y eso era un crimen en Europa”, recuerda.

Cuando se mira de lejos, explica, se piensa que las ciudades se están construyendo sobre sitios eriazos. Pero en realidad, lo que se hace es rellenar y construir sobre el agua. “Cuando volví en 2009, empecé a aterrizar estos datos. Descubrí que era un problema aquí, en Puerto Montt, en Valdivia, en Algarrobo (…) era un problema nacional. Luego, nos dimos cuenta que era un problema latinoamericano, y trajimos a expertas de Perú, Argentina y Colombia. Después vas viendo que en Estados Unidos está pasando lo mismo. Las últimas cifras indican que el 50% de los humedales del mundo ya se perdieron”.

Los humedales penquistas
Concepción y sus alrededores no han sido ejemplo de conservación en este tema. Carolina Rojas señala que existen casos emblemáticos de lo contrario, como el humedal Paicaví, (en la imagen) siendo “el que más han rellenado en los últimos 4 años”. Otros, como el humedal Rocuant, son difíciles de acceder. “El humedal Rocuant, que desde el avión se ve muy bonito, no es de fácil acceso, porque hay que dejar el auto donde están los camiones y recorrer un camino que no es seguro ni agradable”. En la zona, los que se encuentran en mejores condiciones se ubican en Hualpén -Lenga y cerca de la desembocadura- y en ellos se ha realizado inversión en señalética y vías de acceso.

Cómo salvarlos
La discusión en la Comisión de Medio Ambiente del Senado avanza hacia la posibilidad de proteger específicamente los humedales urbanos. Rojas señala que dicha legislación debiera promover la preservación de estos espacios, generando “incentivos para conservar, porque un propietario puede querer venderlo o rellenarlo, pero bajo la ley sería interesante incluir que no paguen contribuciones por el terreno, o que reciban una compensación por su uso como espacio común”.

Ante la necesidad de proteger estos espacios, la investigadora propone que aquellos con un mejor estado de conservación se conviertan en santuarios de la naturaleza y los que están más intervenidos, en parques que sirvan de recreación a los habitantes de las ciudades. Esto, como una forma de volver al uso que, según estudios, se daba a estos espacios a mediados del siglo pasado. “Cuando eran espacios abiertos, la gente los visitaba, hay registros de que incluso acampaban allí. Un estudio del humedal Los Batros de San Pedro encontró que los adultos mayores solían visitarlo. Pero cuando fueron construyendo el espacio quedó cerrado por calles, rejas, casas”.

En este proceso de recuperación, es muy importante la participación ciudadana. La investigadora señala que la comunidad siente cariño por sus humedales, y ha sido activa en su defensa, llegando a congregarse miles de personas para protestar ante su desaparición. Todo esto se intensificó a partir del terremoto de 2010, cuando los habitantes de Concepción recurrieron a este espacio para obtener agua, con lo que muchos se dieron cuenta de lo importante que era cuidarlos.

Para conocer la ubicación de los humedales del Gran Concepción, existe un mapa desarrollado por Rojas y su equipo, a través del proyecto Fondecyt UrbanCost, el que está disponible en el siguiente link: http://www.urbancost.cl/mapas/