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Barítono Christian Senn recuerda sus inicios en el Coro UdeC

Una voz profunda y modulada de barítono precede a la figura cálida y risueña de Christian Senn, cantante lírico, quien recientemente interpretó en Concepción el rol principal de la ópera Don Giovanni, espectáculo montado por la Corporación Cultural UdeC, Corcudec.
De profesión bioquímico, egresado en 1998 de la Universidad de Concepción, Christian vive desde hace 14 años en Italia, de lo que da cuenta su impostación vocal y, en cierto modo, su vocabulario que confunde algunos términos.
Desde allí proyecta su agitada agenda ya hasta 2014. “Una vez que regrese a Europa tengo que partir por una semana a Francia, para participar en unos conciertos con música de Mozart. Luego vuelvo a Italia para una ópera, me voy en gira a Alemania, Francia y España con El Mesías y, en diciembre, a Berlín con Las Bodas de Fígaro. Luego de las fiestas de fin de año vuelvo a Italia con El Barbero de Sevilla, en enero, y luego vuelvo a Berlín con otra ópera de Haendel y más tarde viajo a Polonia”, señala y asegura que, entre todo eso, siempre deja un espacio para regresar a Concepción, sobre todo en agosto, coincidiendo con el montaje lírico de la Corcudec.
De Bioquímica a La Scala

[caption id="attachment_14330" align="alignleft" width="300"] Don Giovanni. Por primera vez, el destacado barítono nacional interpretó este rol que se convirtió en su favorito.[/caption]
Sin provenir de una familia con tradición musical, Christian Senn comenzó a incursionar en el canto en el Coro de la Universidad de Concepción, a instancias de su madre, mientras cursaba tercer año de Bioquímica. “Fui a las audiciones y don Mario Cánovas me escuchó y seleccionó. El primer día de ensayo tomé una partitura y no entendía nada, pero a los dos meses ya estaba entusiasmado. Ahí partió todo. Empecé a estudiar en el Conservatorio Laurencia Contreras, Teoría, Historia de la música y Canto, con Igor Concha. Me volví loco”, señala con la misma pasión.
Con la energía de su juventud, asistía en las mañanas a clases teóricas hasta las 13 horas; por la tarde, de 15 a 17 horas, tenía laboratorio y a las 19 horas comenzaba el ensayo en el Coro. Eso todos los días. “Llegaba a casa a las 22 horas, tomaba once y me ponía a estudiar. Era un período bastante movido pero que recuerdo con cariño. Ahí conocí a mi esposa –la soprano Denise Araneda- con quien luego partimos a Italia. Los profesores de la facultad de Farmacia, que estaban enterados de mis estudios de canto, incluso me invitaban a participar en algunos eventos y recuerdo que, para mi examen de título, canté en la Casa del Arte acompañado al violín por Daphne Müller, también bioquímica”, evoca Christian.
Una vez titulado, postuló a una beca del gobierno de Italia para continuar estudios de canto en ese país. Presentó su solicitud junto a una grabación donde era acompañado al piano por la hoy  gerente de la Corcudec, Lilian Quezada. Pese a que asegura que su preparación no estaba completa, quedó seleccionado y fue así como, a dos meses de titulado, viajó junto a su esposa –quien también obtuvo la beca- por dos años al Conservatorio de Milán. Acabado ese plazo postuló, entre otras 500 personas de todo el  mundo, a la Academia de Canto Lírico de La Scala de Milán, donde resultó ser uno de los nueve seleccionados, el único barítono. “Ahí se me empezó a delinear el camino de lo que estoy haciendo hoy”, asegura.
Ductilidad
Con 31 años y gran apostura, Christian interpretó por primera vez en Concepción el rol del seductor Don Giovanni, papel que –asegura- se convirtió en su favorito. “Aquí fue mi debut en este papel y me encantó. Pensé que iba a ser mucho más complicado pero, una vez que empezamos con los ensayos de escena, se dio todo de manera fluida. De esa ópera había hecho antes el Masetto, en Verona, pero es un rol más ingrato, más pequeño”, señala.
La ductilidad de que da cuenta en términos líricos le ha permitido incursionar en distintos repertorios. Con más de 70 presentaciones en distintos países, El Barbero de Sevilla es su ópera más interpretada; no obstante, también cuenta con un gran repertorio antiguo, con obras de Bach y Haendel. “No frecuento sólo la ópera lírica,  hago mucho el concierto sinfónico y barroco, lo que me da una mayor amplitud. Eso me da muchas cartas más para poder jugar”, señala.
Con 12 años de profesión, ha compartido escenarios con músicos destacados como Plácido Domingo, Leo Nucci, Ricardo Mutti –quien lo dirigió en una ocasión- y el destacado tenor peruano Juan Diego Flores, entre otros.
En Concepción, con la Corcudec, ha participado en las óperas El Barbero de Sevilla (2005), Lucia de Lammermoore (2009), y Don Giovanni, este año. Luego de este último montaje apovechó a quedarse en Concepción para celebrar con su familia y sus hijos (de cuatro años y de cinco meses) las fiestas nacionales, algo que asegura extrañar.