La forma en que las personas pronuncian ciertos grupos de consonantes puede inducir un prejuicio social, de prestigio o estigma, y, por tanto, condicionar en parte algunas relaciones sociales, es una de las principales conclusiones a la cual llegó la investigación realizada por el Magíster en Lingüística Aplicada de la UdeC, Mauricio Figueroa, en su trabajo El eje oclusión/fricción en el sistema sociofónico del castellano de Chile, con el que se hizo merecedor del Premio Rodolfo Oroz  de Lingüística a la Mejor Tesis de Magíster, que cada año otorga la Academia Chilena de la Lengua.
La investigación, que fue guiada por el doctor Gastón Salamanca, describe –como explica Figueroa- una tendencia, existente en Chile, de asignar juicios de valor positivos o negativos a ciertos grupos de sonidos.
Como ejemplo, el profesor de español cita la forma en que se pronuncia la 'ch'.  Así, señala, se la da un valor positivo -se le otorga prestigio- a sonidos “que tienen una tendencia a ser más oclusivos, es decir, lo contrario a lo que la gente llama arrastrados: la 'tch', de estratos altos, es predominantemente oclusiva”.
Del otro lado,  agrega, hay una mirada negativa (se estigmatiza)  “a cierto grupo de sonidos que tienen una tendencia a ser más fricativos, es decir, a lo que la gente suele llamar ‘arrastrados’, como la 'sh' de estratos bajos”.
Figueroa cuenta que en el caso de la 'ch', desde hace mucho tiempo se ha advertido que la gente asigna juicios de valor positivos o negativos según la variante en uso. “Ahora sabemos, con datos duros,  que este fenómeno es propio del sistema fonético completo, pues afecta a variantes de 'ch', 'll', 'rr' y del grupo consonántico 'tr'”.
A juicio del investigador, el interés de este tema radica en que “revela de manera muy transparente y sistemática cómo nuestra sociedad evalúa usos lingüísticos y, en consecuencia, algunas de las relaciones sociales que luego se manifiestan en conductas de otro tipo, no necesariamente lingüísticas”.
Por eso cree que el estudio de los juicios de valor que se asignan a determinados elementos del castellano chileno puede ayudar al desarrollo de herramientas para subsanar la estigmatización social.  En todo caso, aclara que el interés de su tesis apuntaba más a hacer una “fotografía de la realidad social, reflejada en la lengua”, que plantear soluciones al problema.
“Otro punto de interés –señala- es que tener este tipo de información permite hipotetizar en qué dirección evolucionarán y cuáles serán los cambios de parte de los distintos sociolectos (dialectos sociales) del castellano hablado en Chile”.
Para el joven profesional –que en septiembre viaja a Inglaterra para iniciar un doctorado en el University Collegue de Londres, con una Beca Chile- este premio lo llena de orgullo y satisfacción como representante de la Universidad de Concepción y del Laboratorio de Fonética y constituye –como dice- una suerte de “presentación en sociedad”, así como un respaldo a investigadores emergentes de las ciencias del lenguaje.
“Es muy importante en el contexto de mi trayectoria de formación como investigador porque lo otorga la Academia Chilena de la Lengua, que no es una institución primordialmente científica. Los méritos científicos los otorga la misma Universidad en su evaluación, pero el premio de la Academia significa que la tesis, además de ser un muy buen trabajo, trasciende su valor meramente disciplinario y tiene una importancia también como una reflexión sobre la lengua castellana en Chile y su importancia cultural”, puntualiza.
La premiación oficial de la Academia Chilena de la Lengua -en que se entregan además las distinciones Alonso de Ercilla, Alejandro Silva de la Fuente, de Periodismo; a la mejor obra literaria y a la mejor tesis de doctorado en Lingüística- se llevará a cabo el 24 de septiembre, a las 19 horas,  en el salón de actos del Instituto Chile.