Sufrió un infarto y estuvo semanas en la UCI. Sobrevivió, pero con secuelas, entre ellas, una afasia de la cual aún se rehabilita. Se dice rápido, pero para Paola Chávez Leonardi, trabajadora social, académica de la Facultad de la Ciencias Sociales y funcionaria de la Universidad de Concepción hace más de 20 años, lo cambió todo.

“Tuve que resetearme. No podía hablar, nada. Olvidé a todas las personas, mis cuatro hijos, mi marido, colegas, todo. Lo único claro es que mi inteligencia y capacidades cognitivas estaban bien, pero tuve que aprender cosas de nuevo, dejar otras, reconocer a muchas personas, porque todos eran nuevos para mí”, recuerda.

Luego de una larga e intensa terapia, Paola volvió, paulatinamente, a recuperar sus labores en la Universidad en el ámbito administrativo y a media jornada. En el ámbito académico, al principio fueron cátedras ad hoc con lo que había sido su experiencia, y hoy no solo ha incorporado más asignaturas a su función docente, sino que también espera volver a jornada completa.

Paola agradece el apoyo constante y valioso en su Facultad. Y sabe también que la inclusión e integración son valores que se quieren plasmar en la Universidad en todas sus reparticiones como una política permanente. Porque, desde su experiencia, considera que si bien las acciones que realiza periódicamente la Dirección de Servicios, como instalación de rampas y mejoras en infraestructura, son importantes para apoyar la circulación de las personas en situación de discapacidad, es relevante el cambio de mirada y el derribar conductas poco inclusivas.

“Más importante que eliminar las barreras de infraestructura, que son las que la gente ve habitualmente, es relevante ir derribando las barreras culturales, las barreras actitudinales. Es importante cambiar la mirada que hay sobre la discapacidad, para que las personas no pierdan la paciencia, por ejemplo, frente a una persona con afasia o sorda, cuya discapacidad no es evidente o visible, pero que igual requiere de apoyo”, expresó Paola.

En el lugar del otro
Para María José Solis, Directora de Includec, la tarea primordial es una mayor concientización hacia una cultura inclusiva en la comunidad universitaria, esto “porque hoy la discapacidad no se entiende como algo inherente a las personas, sino que se genera en una interacción de una persona que puede tener una condición especial de salud, pero que cuando se encuentra con barreras en el ambiente, que no le dejan participar en igualdad de condiciones, producen discapacidad. Y esas barreras no son solo arquitectónicas, sino que son de todo tipo; van desde las políticas públicas hasta los servicios, hasta las actitudes, que se convierten en barreras para adquirir conocimiento, entre otras”.

Las barreras actitudinales —mala disposición y actitudes inadecuadas— muchas veces son las más complejas de superar, admitió. Por ello “en la Universidad se está trabajando para ir derribando esas barreras actitudinales a través de diversas actividades de capacitación de los funcionarios, siendo los primeros capacitados los funcionarios de la Biblioteca Central, donde abordamos desde el lenguaje inclusivo hasta la comprensión de la situación diaria de las personas en situación de discapacidad”, sentenció.

En tanto, Soledad Villarroel, Jefa de la Unidad de Desarrollo Social de la Dirección de Personal, precisó que con antelación a la Ley Nº 21.015, que incentiva la inclusión laboral de personas con discapacidad, la Universidad de Concepción ya consideraba la inclusión como parte de su accionar. Actualmente, acotó, "en nuestra casa de estudios se desempeñan 55 trabajadores/as con credencial de discapacidad y/o pensión de invalidez, un mayor porcentaje de lo establecido en la Ley, lo que es un avance significativo “en el necesario tránsito hacia una cultura que facilite y promueva la incorporación de personas en situación de discapacidad al mercado laboral”.