LA
AUTOEVALUACIÓN EN EL PROCESO FORMADOR Elsa Rugiero P.*,
Basándose en la teoría del aprendizaje de Vigotsky , Rugiero
et al expresan “El hombre no se limita a responder a estímulos,
actúa sobre ellos transformándolos. Ello es posible por la
mediación de instrumentos -objetos o personas- (en nuestro caso: la
autoevaluación) que se interponen entre el estímulo (resultado del
ejercicio) y la respuesta (es decir: nuevo conocimiento a aplicar).” y
también “El alumno no puede evitar hacer una evaluación del
ejercicio académico, por somera y autocomplaciente que resulte ser. “
(1) Schön desarrolló una epistemología de la práctica docente que se basa
en el conocimiento en la acción, y la reflexión en la acción,
acuñando la idea de un "prácticum reflexivo", uno de cuyos
rasgos esenciales es el “aprender haciendo” y señaló el rol de la
temporalidad en la formación : "Realmente, nada es tan
indicativo del progreso en la adquisición del arte como el
descubrimiento que hace el estudiante del tiempo que ello lleva, tiempo
para vivir a través del choque inicial cargado de confusión y
misterio, olvidar las expectativas previas y comenzar a dominar la práctica
del prácticum; tiempo para vivir a través de los ciclos de aprendizaje
implicados en cualquier tarea y finalmente tiempo para ir de atrás para
adelante, una y otra vez entre la reflexión sobre la acción y la
reflexión en la acción".(2) Rugiero, et al. postularon que la práctica sistemática de la autoevaluación contribuiría a desarrollar: una metodología autónoma de trabajo, capacidad para generalizar, estableciendo constantes y particularidades, habilidad para trascender lo inmediato, una posición crítica sobre el propio desempeño y sus resultados y finalmente que podría lograr la valoración del conocimiento auto construido. Trabajaron con alumnos de Arquitectura en sus talleres prácticos usando la autoevaluación como herramienta de desarrollo. Comprobaron que el proceso de autoevaluación: aumenta la capacidad crítica y la autocrítica, incrementa la objetividad metodológica y produce una mayor valoración del trabajo en equipo. En las actividades docentes que realizamos en las carreras de Enfermería,
Obstetricia y Puericultura y Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas
de la Universidad de Santiago de
Chile en los últimos doce años, hemos usado en forma sistemática la
autoevaluación y la coevaluación como parte
de la metodología de enseñanza basada en problemas. Durante el “darse cuenta”, en
el proceso de metacognición de su propio proceso de aprendizaje se ofrece a los alumnos la
opción de analizar juntos y establecer un paralelo entre: sus
autoevaluaciones, las coevaluaciones realizadas por sus pares y las
evaluaciones realizadas por tutores. Dentro del proceso se produce una
retroalimentación que puede iniciarse con el análisis de la filmación
de un trabajo de grupo o simplemente con una conversación abierta. Esta actividad se realiza en el proceso de cierre de un problema ya resuelto y su principal objetivo es lograr que el alumno revise el aprendizaje autoconstruido que ha logrado y cuales han sido sus fortalezas y debilidades en el proceso. La metodología de enseñanza basada en problemas requiere para su
aplicación una muy buena formación
de los docentes como facilitadores y para un buen aprovechamiento del recurso que brindan
las autoevaluaciones, coevaluaciones y la retroalimentación se requiere
un énfasis especial en la formación docente en las áreas de:
comunicación, especialmente relacionadas con escucha activa, niveles de
tolerancia y aceptación de la diversidad y la capacidad para la
renovación permanente. Respecto a los alumnos se
requiere una atención
especial en: la tendencia a “cuidar su imagen” y preocuparse de que cualquier
forma de “evaluación” pueda traducirse en alguna forma de
calificación lo que puede influir para que más que mirar el proceso
como una oportunidad para enriquecer su
experiencia de aprendizaje lo vean como una oportunidad de “dar
una buena imagen de sí mismos”. También en las coevaluaciones o
evaluaciones por pares se puede considerar el ser más “blandos” con
los otros como una forma de que los otros sean “blandos” con ellos. La
evaluación secuencial y progresiva puede dar cuenta de los avances
efectivos hacia la formación especialmente cuando es esencialmente
retroalimentadora del proceso de enseñanza
– aprendizaje. Entendemos que estas formas de evaluación favorecen
que el estudiante aplique objetividad a los juicios propios y a los que
emitimos respecto de su avance y del resultado final de su intervención.
Sus ventajas hacen importante su aplicación “ La autoevaluación es
también para los estudiantes que la practican, una forma explícita de
participación activa en su propio aprendizaje que cabe asociar a la
consecución efectiva de la autonomía del universitario ”.(3) Para hacer extensivo su
“saber hacer” profesional, a otras áreas, el estudiante debe pasar a ser la fuente de generación, construcción y
retroalimentación de su propio saber. En ese sentido, la actitud crítica
y la búsqueda personal del conocimiento, deberán conjugarse con
capacidades sociales que permitan desempeñarse apropiadamente en
equipos de trabajo interdisciplinarios. Los trabajos en grupo y la
coevaluación contribuyen a desarrollar estas competencias. La
investigación y la experiencia avalan
integrar estas formas de evaluación al proceso formador
especialmente cuando se realizan en forma sistemática ya que el
descubrimiento y la reflexión sobre la acción son condiciones del
aprendizaje significativo . -
Comunicación efectiva médico-paciente. -
Enseñanza clínica en ambulatorios. -
Promoción de salud y presencia de enfermos. Este es sin duda un esfuerzo
complejo que requiere entrenamiento, tolerancia y capacidad de renovación
permanente de los docentes y
sin duda vale la pena sostenerlo en el tiempo. (Ponencia
presentada en la Jornada de Evaluación organizada por SOEDUCSA 17 de
Abril de 2006)
BIBLIOGRAFIA
(*)
Médico
– Cirujano, Oficina de Educación Médica, Escuela de
Medicina, Facultad de Ciencias Médicas,
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