pen-.jpg (8729 bytes)Con Tinta en las Venas

Fe de erratas
en A Mandíbula batiente

           

COMO ME DI CUENTA DE LO SALVAJE QUE SOMOS

"Aquí me dicen salvaje, pero yo no me considero así. Dicen que debo morir, pero creo tener la suficiente importancia para seguir viviendo (aunque lo pensaría... ¡en un mundo como este!). ¿Sabes? No quiero seguir aquí. Quiero volver a mi mundo, donde tenía derecho a hacer lo que me daba la gana. Adoraba a mi propio Dios y engendraba a mis propios hijos.

Camino por estas sombrías calles y no encuentro a alguien con quien conversar. Todo el mundo trabaja en esa famosa industria manufacturera que fabrica extrañas cosas. Nunca descansan, nunca hablan, nunca...

Todos vestidos iguales y criados en unas extrañas celdas desde la niñez adaptados al trabajo específico que deberán realizar cuando sean adultos. Todo programado, todo fríamente calculado; nadie puede leer un libro o entonar una canción sin que el idolatrado Ford lo analice previamente (no pensemos que él mismo lo examinará, ¡no! Cada actividad es escrutada de acuerdo a los parámetros que dejó establecidos en sus miles de libros referentes a la producción en serie).

Todos creados a la misma medida, sin ninguna diferencia física y amaestrados para recibir los mensajes previamente estructurados. Lo único que los diferencia es un pequeño trozo de género pegado en todas sus ropas que diferencia a los más inteligentes y con grandes trabajos de los casi idiotas que trabajan para ellos. Hablan de un extraño lugar que fabrica la ropa en serie que deben usar: Falabella; hablan de una asquerosa comida del Mac Donalds. Pero eso no es lo peor. También hablan de algo que no entiendo muy bien pero creo que es algo así como fecundar un óvulo en unas sofisticadas máquinas y luego mantenerlos allí por nueve meses para adaptarlos a los únicos verbos que conocerán en su vida: producir y consumir.

Peleo sin tregua, ellos se defienden como cualquier inmortal que vivirá una eternidad, que nunca ha tenido hambre ni ha sufrido una enfermedad. Me responden que es "la mejor vida que un ser humano hubiese soñado". No conocen enfermedades, muertes, basuras; ni siquiera poseen dinero que los incite al robo o a la envidia; pero tampoco la generosidad, la solidaridad o la alegría de compartir con amigos, tíos, primos. No conocen la decadencia ni el sufrimiento y no se dan cuenta que lo están engendrando ellos mismos.

Ya no quiero, no sé qué hacer para irme. Tengo miedo. Tanta frialdad y egoísmo me están volviendo loca.Necesito tu ayuda, según ellos "Dios Sol" es el único que les puede dar la energía necesaria para subsistir, y ya no sé qué hacer para explicarles que sin ozono yo no puedo vivir, y me quemo…                                   Ayuda, help, please, por favor, merci, &4***23@…"

Una y otra vez, durante casi dos años, encontré este mensaje en mi correo electrónico. Pensé que alguien podría estar jugándome una broma, pero cuando el mensaje se prolongó ya no lo consideré un juego.

Recordaba haber visto, hace un par de décadas, en los archivos de las tecnonoticias del canal "B – 612", que una mujer se había extraviado investigando la selva ecuatorial. Después de revisarlas una y otra vez lo comprendí: era ella.

Aunque ya todo había cambiado desde que se había perdido en la tupida jungla. Quería volver a un mundo que ya no existía, que había muerto tiempo atrás.

MACA

  

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