Como “un mal menor”, en relación a lo que regía hasta este año, califica la académica del Departamento de Salud Mental Dra. Carmen Gloria Betancur, la propuesta horaria presentada esta semana por el Ministerio de Energía.

La nueva política, que entrará en vigencia en 2019, contempla un régimen de invierno de cinco meses, entre abril y septiembre (dos más que lo que ocurrió este año) y siete de verano.

La médico psiquiatra y past president de la Sociedad Chilena de Medicina del Sueño es crítica de los cambios de horario y considera que lo óptimo es mantener de forma permanente la hora oficial que fijó Chile en 1947, que corresponde al huso GMT-4. “Los cambios de hora o de huso horario siempre provocan algún tipo de inconveniente, pero quienes más acusan el recibo de estos cambios son los niños y adolescentes”, señala.

De acuerdo a la experta, los niños se ven afectados sobre todo con el inicio del horario de verano “porque están en desarrollo, están generando hábitos” y, como “son más bien matutinos, dependen más del estímulo luminoso para partir el día”. Por su parte, “los adolescentes, que son una población búho y que paulatinamente se hacen más vespertinos, se ven complicados al ser forzados a levantarse más temprano, porque tienden a acostarse más tarde por un tema hormonal”.

Si bien los adultos también sufren complicaciones por el cambio de hora, la Dra. Betancur anota que éstos pueden adaptarse mejor porque “están más acostumbrados a moverse entre una cosa y otra”.

La académica explicó que el horario de verano “nos obliga a todos a amanecer con menos luz, entonces amanecemos con niveles de melatonina (hormona del sueño) más elevados que lo que debiéramos, niveles de cortisol más bajos de los que necesitamos (para estar alerta) y nuestra capacidad de poner atención y de desempeño en las primeras horas no es el que quisiéramos, sobre todo en las primeras semanas después que se produce el cambio”.

Según Carmen Gloria Betancur, los profesionales que se preocupan de esta área consideran que no hay justificación para estos cambios. “La población ya tiene suficiente estrés económico, laboral, social, académico. Los cambios de los husos horarios son perjudiciales para algunos aspectos de la salud física, en particular en niños y adolescentes, y en el largo plazo para la salud mental de la población”.

Lo último –como indicó– se debe a que en el horario de verano las personas se activan más tarde y permanecen activos también hasta más tarde, lo que significa restar horas de descanso a una población que “ya sufre una deprivación crónica de sueño”.

“Si mantuviéramos el mal llamado horario de invierno todo el año, que es la hora oficial de Chile desde hace más de 70 años, lo que pasaría es que paulatinamente, en la medida que van cambiando las estaciones, nuestro organismo se iría adaptando según nuestra fisiología y según lo que marca el movimiento de traslación de nuestro planeta alrededor del Sol”, puntualizó.