EL LEGADO FLEXNERIANO EN EL SIGLO 21
Autor: Kirch, Darrell G. MD, Presidente de la Asociación de Colegios
Médicos Americanos, Washington, DC.
Academic Medicine 2010; 85
(2): 190-192
Revisor
:
Liliana Ortiz M.
Dpto. Educación Médica, Facultad de Medicina, Universidad de
Concepción.
En este artículo el autor menciona la influencia del Informe Flexner
(elaborado en 1910) en la educación médica norteamericana, analiza el
cambio cultural acontecido en las últimas décadas y plantea la necesidad
de cuestionar si el cuerpo académico está preparado para enfrentar esta
nueva cultura y formar profesionales capaces de abordar las necesidades
de cuidado en salud del siglo 21.
En la segunda parte
enumera cinco factores de éxito para lograr un cambio transformacional
en la educación médica e indica el modo en el cual la Association of
American Medical Colleges (AAMC) está apoyando a sus miembros a alcanzar
este cambio.
El informe “Medical
Education in the United States and Canada” se solicitó en una época en
la que existía gran dispersión en la calidad de las escuelas de medicina
en América del Norte. Luego de sus observaciones, Abraham Flexner
describió carencia de instalaciones, profesores y/o material clínico
adecuado en muchos de los lugares que visitó. Sus conclusiones y
recomendaciones fueron tan relevantes, que la academia de medicina
respondió sentando las bases, que posteriormente se traducirían en un
sistema de educación médica de alto nivel de excelencia académica, con
una sólida base científica, así como entrenamiento para el arte de la
práctica clínica.
Aunque sus recomendaciones
tuvieron un impacto positivo y necesario para comienzos de siglo, como
es de suponer, sus planteamientos deben ser revisados a la luz de los
nuevos escenarios socioculturales.
Específicamente, en esta
sección el autor centra su análisis en la influencia flexneriana de la
siguiente recomendación: Para ofrecer una educación médica moderna es
esencial vincular los programas de formación a una universidad. En los
años del informe, gran parte de los programas norteamericanos no estaba
conectado a una Universidad, así como tampoco a hospitales
universitarios. Flexner argumentó esta sentencia con la evidencia de sus
observaciones en Europa y propuso el modelo académico de la universidad
europea, centrado en los logros individuales.
Lamentablemente, con el
tiempo este enfoque tuvo un efecto no deseado: llevó a los docentes de
ciencias básicas, preclínicos y clínicos a convertirse en "agentes
libres" que se identifican con su "disciplina" o su "especialidad" más
que con su rol académico y su institución.
Sin embargo, en la
actualidad, los expertos centrados en una cultura individualista, se ven
enfrentados a un escenario desconocido para Flexner: incorporación de
tecnologías de información y comunicación, crecimiento exponencial del
conocimiento, nuevos desafíos en la Salud Pública, costos elevados de la
atención en salud, etc. Y aunque la propuesta flexneriana era atingente
a comienzos del siglo XX, en la actualidad una cultura individualista
trabaja en contra de la integración y del intercambio de nuevos
conocimientos necesarios para la docencia, investigación y el quehacer
clínico.
Hoy los futuros médicos no
sólo deben exhibir dominio del conocimiento, como propuso Flexner, sino
que deben ser capaces de aplicarlo. Además, deben ser capaces de
interactuar efectivamente con los pacientes, sus familiares y otros
profesionales de la salud, así como responder a las demandas complejas
de la organización del sistema de atención de salud. También, deben
comprometerse con el aprendizaje permanente que incluye la capacidad de
auto-reflexionar y evaluar su propio desempeño.
En investigación, mientras
que la autonomía y experticia sigue siendo crítica para las ciencias
básicas, la medicina académica debe buscar modelos que hacen hincapié en
equipos científicos en red y el intercambio abierto de información.
En la atención clínica,
aunque muchas de las recomendaciones básicas de Flexner aún se aplican,
en particular las relativas al médico como un profesional cuyo rol es
más social y preventivo que individual y curativo, la atención en salud
debe orientarse a una sociedad cada vez más diversa y longeva, que
requiere una mayor atención de enfermos crónicos. Por lo mismo, en
contraste con el tiempo de Flexner, la atención de salud hoy se dirige
hacia sistemas de administración integrados y equipos de profesionales
de salud que trabajan en conjunto para abordar colectivamente las
necesidades del paciente.
Por otra parte, los
factores externos e internos de la actividad clínica convergen para
hacer que los costos por prestación de servicios estén aumentando, lo
que dificulta el aseguramiento del acceso equitativo de los usuarios.
Respecto de la actividad
docente- asistencial, para solucionar la distracción o interferencia que
la actividad docente generaba a la práctica clínica, Flexner promovió la
contratación de profesorado con jornada completa, financiados por las
escuelas de medicina, pero con funciones compartidas entre la docencia,
la asistencia y la investigación. Entre las décadas del 40 y 60, las
escuelas de medicina generaron recursos económicos de las prestaciones
de servicio de sus docentes clínicos, lo que permitió mantener este
modelo autosustentable. Actualmente el cuerpo docente de USA es
suficientemente fuerte, y la actividad asistencial genera recursos que,
ya no sólo permiten mantener los puestos de trabajo, sino que además es
una fuente enorme de ingreso de las instituciones. Por lo tanto, la
preocupación actual es evitar que la actividad clínica interfiera con la
docencia.
En este contexto, surge la
necesidad de transformar los roles académicos, con un enfoque hacia la
educación médica continua y el trabajo colaborativo e interdisciplinario
para una mayor integración de los equipos en investigación.
Para que la Academia de
Medicina mire de frente hacia los próximos 100 años, garantizando
calidad en la atención sanitaria de una sociedad que cambia
vertiginosamente, cinco factores serán decisivos en la transformación de
la educación médica: cultura organizacional, liderazgo, innovación,
co-responsabilidad y coraje.
Las organizaciones deben
mantener las buenas prácticas, como la promoción de su cuerpo docente
por méritos académicos, pero desincentivando el individualismo. En
cambio debe promover estructuras formales que fomenten el trabajo en
equipo y la interdisciplinariedad. Por otro lado, la academia de
medicina necesita líderes que sean capaces de centrarse en el largo
plazo y que puedan garantizar que se adopten las decisiones correctas.
Además se requiere innovación en torno a nuevos modelos de prestación de
cuidados y también de los programas de educación médica y formación
continua. Respecto de la gestión académica, se requiere mayor
transparencia en las fuentes de ingresos y la asignación de recursos,
de manera que las escuelas de medicina y hospitales docentes tengan una
mejor comprensión de sus flujos y alineación mediante una relación de
co-responsabilidad. Finalmente, se requiere coraje, pues cambiar la
cultura organizacional, ejercer liderazgo transformacional, avanzar en
la innovación y mejorar la utilización de los escasos recursos requiere
valor.
COMENTARIOS
Aunque el informe Flexner
hizo referencia exclusivamente a la calidad de la Educación Médica en
USA y Canadá, Latinoamérica ha recibido una fuerte influencia de los
países del norte en sus modelos de formación, particularmente por la
excelencia que han logrado a partir de las medidas adoptadas desde dicho
informe. Además, los cambios socioculturales experimentados en América
del Norte, no son ajenos a la realidad latinoamericana y por ende a la
chilena. Por lo tanto, las preocupaciones de la AAMC son extrapolables a
las de la Educación Médica de nuestro país.
Desde 1970, los académicos
de las escuelas médicas chilenas han conformado estructuras necesarias
para abordar temáticas comunes, desde el surgimiento de la primera
unidad de educación médica, la asociación de facultades de medicina de
Chile (ASOFAMECH), la Sociedad de Educación en Ciencias de la Salud (Soeducsa)
hasta la reciente conformación de la Red de Unidades de Educación en
Salud de Chile.
Algunos de los temas
planteados en este artículo están siendo abordados por estos organismos
nacionales, en cambio otros requieren mayor comprensión y maduración.
Entre los hitos más
destacables, se pueden mencionar algunos esfuerzos en Innovación: desde
el año 2000, las seis escuelas médicas antiguas de Chile, han
experimentado transformaciones curriculares importantes y hoy existe una
preocupación permanente de todas las escuelas por la innovación de los
procesos de enseñanza aprendizaje, como se verá en los resúmenes de las
comunicaciones presentadas en el V Congreso Internacional de Educación
Médica (siguiente sección de RECS).
En ese sentido, existen
varias instancias alineadas con incentivar la innovación y la calidad de
la formación en medicina, por ejemplo el establecimiento de un perfil de
competencias comunes por ASOFAMECH y la incorporación del examen médico
nacional (EMN), que recientemente se amplió a la medición de
competencias, denominándose examen único nacional de competencias en
medicina (EUNACOM). Este logro merece especial atención, pues en Chile
las carreras de medicina han liderado los procesos de mejoramiento de la
calidad, en trabajos que han sido representativos y participativos.
Paralelamente, en el 2006,
el gobierno de Chile promulgó la
ley 20.129, que establece un Sistema Nacional de Aseguramiento de la
Calidad de la Educación Superior, que mediante el proceso de
acreditación de pregrado, otorga un marco de regulación de la calidad y
que a la fecha ha evaluado al 100% de las carreras en régimen (20
escuelas).
Además, existen
iniciativas que han propiciado la conformación de vínculos académicos e
institucionales como son los Congresos Internacionales de Educación
Médica, así como las Jornadas de Educación en Ciencias de la Salud de
distintas unidades, las Jornadas Académicas de Soeducsa y las reuniones
de las redes de educación en Ciencias de la Salud.
En esta misma línea,
durante el año 2009, cinco universidades, que integran el Consejo de
Rectores, se agruparon para constituir la Red Universitaria Cruz del Sur
y conjuntamente participar en la discusión de temas y políticas
relativas a la educación superior, la formación de capital humano
avanzado y el desarrollo científico y tecnológico del país. La red la
conforman la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad de
Concepción, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la
Universidad Federico Santa María y la Universidad Austral de Chile.
En el mismo año, la
Universidad de Concepción, la Universidad Católica de la Santísima
Concepción y la Universidad San Sebastián suscribieron un Convenio Marco
de Cooperación para el desarrollo de las carreras de la Salud, que
pretende potenciar la calidad de sus carreras del área salud y coordinar
acciones para contribuir al desarrollo y mejoramiento en la VIII región.
El trabajo colaborativo e
interdisciplinario es hoy una realidad y los espacios necesarios para su
consolidación se expanden día a día.
Y aunque existe un largo
camino por recorrer, particularmente en materia de cultura
organizacional y en políticas de asignación de recursos, actualmente la
educación médica chilena, cuenta con algunos líderes dotados de coraje
que han innovado en sus aulas, campos clínicos, instituciones, etc.
logrando atraer y cautivar a savia nueva, para abordar en conjunto los
desafíos de la formación y atención en salud del siglo 21.
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