Implementar la educación emocional como asignatura electiva
en carreras de ciencias de la salud.
Ximena Macaya
S.*a,
Luis Navarrete C.**b
RESUMEN
La educación emocional a
través de las competencias emocionales favorece las relaciones sociales
e interpersonales, facilita la resolución positiva de conflictos y,
además, contribuye a mejorar el rendimiento académico; lo cual hace
imprescindible insertarlas en el Currículum de las Carreras de Educación
Superior en el proceso de formación. Considerando que el modelo
educativo de las universidades se adscribe a una concepción curricular
orientada al desarrollo de competencias específicas y genéricas, dentro
de estas últimas se menciona las habilidades interpersonales. Sin
embargo, estas competencias no están relacionadas con la afectividad ni
el desarrollo emocional, que pone el énfasis en capacitar al estudiante
para la vida, que le ayude a tomar conciencia de la relación entre
emoción, cognición y comportamiento; para que adquiera, por ejemplo,
capacidad para autogenerarse emociones positivas. Por consiguiente, se
ha detectado en las carreras del área de la salud una evidente necesidad
de incluir las competencias emocionales, en el marco competencial
universitario como metacompetencias que permitan generar estrategias de
afrontamiento, dado que son profesiones que se desenvuelven en ambientes
de estrecha interacción social, que aborda un área compleja de nuestra
sociedad, como es la salud. Según diferentes estudios, se revela que
estas carreras presentan altos índices de stress, relacionado con el
Síndrome de Burnout; que generan falta de motivación, cansancio
generalizado, entre otras consecuencias que afectan la salud física y
mental de estos profesionales. En consecuencia, una vez detectado el
problema y algunas de sus causas, se propone implementar una Asignatura
Electiva en Educación Emocional para desarrollar competencias
emocionales como conciencia emocional, regulación emocional, autonomía
emocional, competencia social y competencias para la vida y el
bienestar.
Palabras clave:
Educación
emocional, Competencias emocionales, Proceso de aprendizaje.
SUMMARY
Implement emotional education as an elective subject in health sciences
programs.
Emotional education through emotional competencies promotes social and
interpersonal relationships, facilitates positive conflict resolution
and also helps to improve academic performance; which makes essential to
insert them into the Curriculum of Higher Education Careers in the
training process.
Considering that the educational model of universities is ascribed to a
curricular conception oriented to the development of specific and
generic competences, within these latter are mentioned the interpersonal
skills. However, these competences are not related to affectivity or
emotional development that emphasizes training the student for life, to
help him become aware of the relationship between emotion, cognition and behavior; to acquire, for example, ability to self-generate positive
emotions. Therefore, in health sciences programs it has been detected an
evident need to include emotional competencies in the university
competence framework as a meta-competence that will generate coping
strategies, as they are professions that operate in environments with close
social interaction which addresses a complex area of our society, such
as health. According to different studies, it is revealed that these
programs have high rates of stress, related to the Burnout Syndrome,
which generate lack of motivation, general fatigue, among other
consequences that affect the physical and mental health of these
professionals. Consequently, once detected the problem and some of its
causes, it is proposed to implement an Elective Course in Emotional
Education to develop emotional competences as emotional awareness,
emotional regulation, emotional autonomy, social competence and
competences for life and wellness.
Keywords:
Emotional education, Emotional competences, Learning process.
INTRODUCCIÓN
El concepto de educación
emocional se define como: “Proceso educativo, continuo y permanente,
que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento
indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los
elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral. Para
ello, se propone el desarrollo de conocimientos y habilidades sobre las
emociones, con objeto de capacitar al individuo para afrontar mejor los
retos que se plantean en la vida cotidiana. Todo ello tiene como
finalidad aumentar el bienestar personal y social”.1
Por tanto, la educación
emocional en competencias emocionales es un aspecto importante de la
ciudadanía efectiva y responsable; su dominio desarrolla una mejor
adaptación dentro de un entorno inmediato; y favorece el afrontamiento a
las circunstancias de la vida con mayores probabilidades de éxito. Entre
los aspectos que se ven favorecidos por las competencias emocionales
están los procesos de aprendizaje, las relaciones interpersonales, la
solución de problemas, la consecución y mantenimiento de un puesto de
trabajo2. La competencia emocional
pone el énfasis en la interacción entre persona y ambiente, y como
consecuencia, confiere más importancia al aprendizaje y desarrollo
evolutivo, y con ello su implicancia en procesos de aprendizaje3.
Salovey y Sluyter
identifican cinco dimensiones básicas en las competencias emocionales:
cooperación, asertividad, responsabilidad, empatía y autocontrol4. Encontrar la mejor forma
de educarlas es imprescindible, por lo tanto, se hace necesario que se
fomenten dentro de un contexto pedagógico, integrándolas al curriculum
en las carreras de ciencias de la salud. Sin embargo, actualmente esto
no sucede, sólo se menciona de manera implícita en los programas, sin
que realmente se consideren dentro de los contenidos curriculares. En la
actualidad, es preciso reconocer que “el afecto dentro del currículo
constituye hoy una de nuestras asignaturas pendientes"5,
especialmente en carreras que preparan para trabajar con personas; en
este caso, pacientes que requieren profesionales empáticos y que además
el entorno les exige al máximo, por actuar en un área sensible de
nuestra sociedad.
Por consiguiente, para
mejorar las condiciones de trabajo de los futuros profesionales de la
salud, es necesaria la inclusión dentro de la malla curricular de
conceptos de inteligencia emocional a lo largo de toda la formación,
bajo una mirada de la educación emocional, para así generar bases de
competencias emocionales al nivel personal, las cuales se podrán
reproducir a nivel laboral. Incorporar las competencias emocionales en
el proceso de enseñanza-aprendizaje, a través de programas, tendría
efectos altamente positivos en múltiples situaciones que se realizan a
diario en los servicios de salud.
CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
La educación debe preparar
para la vida, o dicho de otra forma, toda educación tiene como finalidad
el desarrollo humano6. La inclusión de competencias
emocionales en la educación superior universitaria, permitiría cumplir
esta finalidad. No obstante, se desarrollan las competencias genéricas
como objetivos transversales. Sin embargo, éstas requieren que los
estudiantes, antes, desarrollen competencias emocionales como la
conciencia emocional; comprensión emocional que fomenta la empatía para
trabajar, por ejemplo, el área de trabajo en equipo y liderazgo.
Por otra parte,
según diversos estudios que avalan esta problemática en las
instituciones de educación superior universitaria, existe
la necesidad de incorporar
las competencias emocionales en la formación de los estudiantes de
pregrado, debido a que la falta de éstas evidencia futuros profesionales
con un alto nivel intelectual, pero carentes de habilidades sociales y
emocionales que les permitan un desarrollo profesional de manera
integral7.
A partir de este
planteamiento, se pueden identificar las siguientes causas y efectos que
presenta la educación universitaria, que hace necesaria la educación
emocional como intervención en el curriculum:
Causas internas:
-
Modelo Educativo:
Ausencia de una asignatura concreta, que potencie el desarrollo de
la educación emocional, dentro del modelo educativo universitario en
los planes de estudio de las carreras de área de la salud. Sólo
se hace mención a habilidades genéricas como objetivos de tipo
transversales (por ejemplo: habilidades de aprendizaje, trabajo
colaborativo, idiomas extranjeros, entre otros), cuyo propósito
sería enfrentar de manera exitosa la futura vida laboral.
-
Docentes: Los
docentes no disponen de herramientas pedagógicas para desarrollar
contenidos de educación emocional, en la formación de los
profesionales de estas carreras. Considerando que en el caso de las
carreras de ciencias de la salud, como por ejemplo enfermería, en
algunas situaciones muestran una carencia en habilidades que
requieren de inteligencia emocional y verbalizan que no han recibido
suficiente capacitación a lo largo del currículo formativo8.
-
Estudiantes: Uno de
los principales motivos para promover las competencias emocionales
en el aula, son nuestros estudiantes. Los seres humanos somos la
unión entre lo cognitivo, lo afectivo, lo social y lo cultural9. En este sentido, las pre-condiciones
del alumno, hábitos, su entorno social fuera de la universidad, su
autoconcepto y las motivaciones individuales que cada alumno tiene;
tanto al ingresar a una carrera, como la que mantiene durante el
desarrollo de la misma10, son motivos para desarrollar
la educación emocional que repercutirá en el bienestar psicológico
de los estudiantes universitarios, en su calidad de vida,
afectando de manera positiva en sus relaciones sociales, en su
inserción en la educación superior y en el desarrollo de su futura
profesión.
Causas externas:
-
Políticas basadas en
resultados cuantitativos en la educación: “La opinión de que el
éxito académico es producto de habilidades cognitivas, ha dirigido
la política educativa durante décadas, y las puntuaciones de los
exámenes han tendido a convertirse en el árbitro final del éxito”11.
Asimismo, el Sistema Educacional imperante en Chile se basa en un
proceso de enseñanza-aprendizaje que se fundamenta en resultados
cuantitativos. Esto trae como consecuencia, niveles de exigencia
académica que en muchos casos lleva al estudiante a desertar del
sistema educativo, ya que no recibe herramientas para desarrollar
competencias que le ayuden a manejar situaciones de alto stress y
adaptación social, esta última relacionada con el resultado de la
interacción entre éste y su contexto. En el país, son escasos los
estudios que han intentado modelar y estimar las causas reales por
las cuales un estudiante deserta. Lo que prevalece en estos estudios
es el intento de caracterizar a la población desertora, construir
indicadores de eficiencia y efectividad del proceso formativo y
desarrollar estadística descriptiva del fenómeno a través de las
distintas cohortes. Esto se traduce en que se trata el problema de la deserción de manera
implícita10.
La situación problema
antes descrita, respecto a la falta de educación emocional, se evidencia
en las siguientes consecuencias:
Efectos:
-
Estudiantes con bajo
rendimiento académico: No se puede eludir la importancia de la
cognición en el rendimiento de los estudiantes y se hace lo posible
por mejorar su nivel de aprendizaje. No obstante, está demostrado
empíricamente que no es suficiente el desarrollo intelectual y que
las competencias emocionales influencian tanto en el rendimiento
académico como en el ámbito social. La mayoría de los estudios
realizados recientemente apoyan la relación existente entre
Inteligencia Emocional (en adelante IE) y éxito académico, al igual
que la relación entre IE y competencia social9. Si el desarrollo
intelectual de los estudiantes es importante, así también es
necesario desarrollar el sistema emocional, pues no es la razón
lo que nos lleva a la acción sino la emoción12. Por
lo tanto, es necesario considerar las competencias emocionales y
sociales como imprescindibles para enfrentar de manera adecuada las
emociones negativas y destructivas que se generan en un contexto
competitivo, no sólo académico, sino laboral, ya que no han sido
desarrolladas en nuestra cultura debido a que siempre se ha
sostenido la creencia que los aspectos emocionales y sociales de los
estudiantes pertenecen a su intimidad y, por tanto, son la familia o
ellos responsables de su propio desarrollo emocional13. Del mismo modo, son
varios los estudios que han comprobado que los niveles elevados de
estrés, experimentado por los estudiantes de enfermería en sus
prácticas clínicas, han contribuido a su inseguridad, baja
autoestima, irritabilidad, depresión, trastornos somáticos,
trastornos del sueño y agotamiento físico y psicológico; aspectos
que afectan a su bienestar personal y pueden influir de forma
negativa en su futuro desarrollo profesional8.
-
Estudiantes con
dificultades afectivas, poco empáticos socialmente: Las personas
emocionalmente competentes tienen la capacidad de percibir,
comprender y manejar sus propias emociones (conciencia emocional);
además, presentan habilidades de percepción, comprensión y manejo de
las emociones de los demás (comprensión emocional)9.
Casassus, señala que dado que todos vivimos en relaciones y
actuamos en un espacio con otros, se da la posibilidad que nos
equivoquemos en la comprensión de lo que otros sienten. Esto lleva
a la incomprensión emocional, que genera individuos poco empáticos,
que no aceptan la emoción del otro y la juzgan desde su propio
prisma y no como lo que realmente es, lo que finalmente forma
estudiantes individualistas y competitivos14. En consecuencia, es
esperable que los estudiantes emocionalmente poco eficaces
presenten mayores niveles de impulsividad y peores habilidades
interpersonales y sociales, lo cual favorece el desarrollo de
diversos comportamientos antisociales9.
-
Clima emocional del
aula: Ibáñez, señala que el contexto interaccional entre
profesor-alumno/alumno-alumno, constituye un modo de relación que
tiene importantes consecuencias para la formación de los
estudiantes, tanto en lo personal como en lo académico15.
La percepción que tienen los estudiantes de sus relaciones
interpersonales con los profesores sería lo que mayor impacto tiene
en ellos, y no el contenido o materia de estudio. En consecuencia,
la importancia de que los docentes se comprometan a desarrollar su
propia inteligencia emocional, es decir, ser capaces de expresar sus
sentimientos en relación con sus estudiantes, demostrarles respeto,
proponer estrategias de automotivación, controlar sus estados de
ánimo negativos y manejar adecuadamente sus emociones, exteriorizar
su empatía y la capacidad de escucha, cultivar el sentimiento de
autoestima en forma estable, tratar convenientemente los conflictos
que se producen en el aula; y tener en cuenta que el tono utilizado
en el trato a los estudiantes repercute en el desarrollo emocional
de éstos, entre otros aspectos13.
-
Profesionales con
dificultades para enfrentar situaciones de stress laboral: Se
han identificado distintos factores que contribuyen, de manera
directa e indirecta, en el grado en que las personas perciben y
responden al estrés laboral. Entre ellos, se mencionan las
características y habilidades personales. Asimismo, las enfermeras(os) en su labor asistencial diaria, mantienen un
contacto continuado con la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la
muerte; momentos en los que el desarrollo de habilidades emocionales
resultan esenciales, con el fin de minimizar los problemas que se
derivan de éstos, tales como altos niveles de estrés, burnout,
ansiedad acerca de la muerte o conductas de evitación que pueden
afectar la calidad de la atención de enfermería8. En
estos contextos, se argumenta que la IE del individuo tiene un
importante papel en la percepción del estrés laboral y en sus
consecuencias, así como en la manera con que se enfrentan las
situaciones de estrés16.
-
Profesionales con
dificultades para trabajar en equipo: Para Bisquerra, Pérez y
García, trabajar en equipo supone la colaboración de una serie de
personas que pueden tener características muy diferentes respecto a
sexo, edad, carácter, temperamento, inteligencia, clase social,
ambiente familiar, experiencias previas, formación inicial y
continua, actitudes, entre otros17. Sin embargo, para que
este equipo sea efectivo en su funcionamiento, se necesita un buen
clima emocional que predisponga a la cooperación, comunicación,
confianza, respeto, discreción, sentido del humor, entre otros. Por
ende, estas carreras debieran desarrollar herramientas para
trabajar en equipo desde el ámbito emocional, porque es en esta
área donde deben utilizar la conciencia emocional y comprensión
emocional, para tener buenas experiencias de colaboración en sus
futuras profesiones.
PROFESIONALES DE LA SALUD
Considerando que estas
profesiones tienen un elevado índice de Síndrome de Burnout, en el caso
de enfermería existen numerosos estudios que enfatizan la importancia de
la implementación de habilidades de inteligencia emocional, en muchas
situaciones profesionales a las que se enfrentan en su práctica diaria8. Por otro lado, los
estudiantes de Medicina, en su formación de pregrado están expuestos a
condiciones similares de estrés laboral a las que se ven enfrentados
profesionales médicos. Se ha documentado la prevalencia de un 50% en
estudiantes de Medicina con el síndrome de desgaste profesional, conocido
como Burnout, siendo necesaria la prevención y aplicación de políticas
en la formación de los profesionales médicos, que disminuyan las
consecuencias de padecer este síndrome en la formación de pregrado y sus
efectos, tanto en la vida personal como para las organizaciones18. De ahí que es necesario
integrar el desarrollo de habilidades emocionales y el autoconocimiento
del profesional en formación, todo desde un enfoque sistémico, que logre
conjuntar una instrucción académica desde el saber, el hacer y el
sentir. Propiciar el desarrollo de la capacidad del médico interno de
pregrado para identificar, comprender y regular sus estados emocionales,
es indispensable, porque dichas habilidades le permitirán vislumbrar
desde una perspectiva más integral su labor asistencial, preparándolo
así para un mejor afrontamiento de las complejidades del quehacer médico19.
CONSIDERACIONES FINALES
Marco et. al., señalan
que la persona alfabetizada emocionalmente es aquella que ha
desarrollado la inteligencia emocional y las competencias afectivas y
que tiene muy en cuenta los sentimientos y emociones propias y ajenas20.
La toma de conciencia de las reacciones afectivas (observar, identificar
y nombrar) constituye la habilidad emocional fundamental, el cimiento
sobre el que se edifican otras habilidades de este tipo, como el
autocontrol emocional.
Por otro lado, las
competencias emocionales en la educación emocional hacen referencia a la
capacidad transformadora de ésta, que resulta de la aparición o el
desarrollo de un conjunto de cualidades en las cuales la persona
incorpora la conciencia emocional y comprensión emocional. El desarrollo
de la comprensión emocional o la inteligencia interpersonal es lo que
permite trabajar eficazmente con otras personas. Así, la conciencia
emocional me permite conocerme, comprenderme y actuar conscientemente.
La comprensión emocional me permite conocer, comprender, vincularme y
actuar positivamente con otros. Su implementación y desarrollo a través
de un programa curricular, pueden conseguir herramientas importantes en
los futuros profesionales14, especialmente en profesionales
de carreras que deben valerse con el dolor del ser humano.
Finalmente, hablar de
competencias emocionales en la formación académica como parte del
curriculum supone un cambio paradigmático, tanto en los docentes como en
el estudiantado, respecto de su función y utilidad tanto en el ámbito
profesional como personal, sobre todo cuando son estas competencias las
que añaden valor a los profesionales y a las organizaciones que se
integrarán. Un alcance aspiracional no menor, y que trasciende a los
objetivos de esta revisión, tiene relación con la formación del
profesional en la dimensión del “saber ser” (UNESCO, 1994); enfatizando
en el “aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás”, como
uno de los pilares fundamentales de la educación y su injerencia en la
construcción de una sociedad más igualitaria y fraterna.
Por lo tanto, esta
revisión bibliográfica es un aporte inicial que fundamenta la
importancia de crear programas de formación de habilidades emocionales
en el currículo universitario, potenciando así el desarrollo de
competencias conductuales de afrontamiento ante situaciones de alta
presión emocional, característica de relevancia en el trabajo en
contextos clínicos.
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Artículo recibido el 17/08/15, Aceptado el
04/12/15.
Dirección del autor:
Ximena
Macaya S.
Depto. Odontopediatría, Facultad de Odontología,
Universidad de Concepción,
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E-mail:
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Bío-Bío. Concepción, Chile.
a.
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Magíster © en Educación Universidad de
Concepción, Chile. Postítulo © en Educación Emocional y
Bienestar, Universidad de Barcelona.
b.
Licenciado en Educación Mención en Educación Musical, Magíster © en
Educación Universidad de Concepción,
Chile.
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