EL DOCENTE UNIVERSITARIO Y LA
FORMACIÓN ÉTICA
RESUMEN
La ética es una rama de la filosofía que intenta comprender la dimensión
moral del hombre y está presente en toda actividad humana. En la actualidad,
la totalidad de las carreras de Odontología en Chile declaran en sus
perfiles de egreso la formación en aspectos éticos y bioéticos como una
característica fundamental de los profesionales que se integran a la
sociedad como odontólogos. Esta afirmación da cuenta de que la necesidad de
incorporación de la bioética en la malla curricular, así como ocurrió de
manera más temprana en otras carreras como medicina y enfermería, es una
necesidad que responde a los nuevos requerimientos de la sociedad cada vez
más compleja y globalizada. Se realizó una revisión narrativa de la
literatura, desde la cual se reflexiona acerca del rol del docente en la
carrera de Odontología, pero que es extensible a otras áreas de la salud. Se
concluye que la función del profesor es fundamental para la formación ética
en los estudiantes, transformándose en un modelo de actuación para ellos
durante su proceso de formación. La mayor debilidad en esta materia es la
insuficiente capacitación de los docentes en materia ética, dejando al
interés personal este aspecto. Adicionalmente, se requiere mayor
investigación acerca de incorporación de la ética al currículum, estrategias
educativas para abordarla e instrumentos para su evaluación, entre otros.
Palabras clave:
Ética en Odontología, Ética universitaria, Rol docente.
SUMMARY
The University teacher and the ethics training of Dental students.
Ethics is a branch of Philosophy that tries to understand the moral
dimension of men and that is present in every human activity. At present,
all Dentistry careers in Chile declare, in their graduation profiles, the
training in bioethics and ethics aspects as a key feature of professionals
who join the society as dentists. This statement shows that the need to
include bioethics in the curriculum, as happened earlier in other careers
like medicine and nursing, is a must that responds to the new requirements
of the increasingly complex and globalized society.
It was conducted a
narrative review of literature, from which a reflection about the role of
the dentistry teacher was made that is extensible to other health
careers. It is concluded that the professor role is essential for students´
ethic training, becoming a role model for them during their training
process. The greatest weakness in this matter is the insufficient training
of teachers in ethical issues, leaving these aspect to the teachers'
personal interest. Additionally, more research is required about the
incorporation of ethics into the curriculum, educational strategies to
address it and tools to assess it, among others.
Key words:
Ethics in Dentistry, university ethics, teaching role.
INTRODUCCIÓN
La ética, entendida como
una rama de la filosofía que intenta comprender la dimensión moral del
hombre1, está presente en toda actividad humana. Más
específicamente en el ámbito de las ciencias de la salud, la bioética, puede
ser definida como una rama de la ética que se aboca a la reflexión sobre los
actos humanos que afectan en forma definitiva los procesos vitales 2
y se presenta como el camino para entender, enfrentar y tomar decisiones en
este ámbito cada vez más complejo, en que los avances tecnológicos, los
escenarios políticos, sociales y culturales demandan que el
profesional se encuentre sensibilizado y capacitado en estas materias, de
manera de cumplir con el objetivo de influir positivamente en la salud de
las personas y sociedades. En el terreno de la odontología, los dentistas
se ven enfrentados cada vez con mayor frecuencia a conflictos de valores, en
donde la decisión que tome repercutirá positiva o negativamente en el
bienestar de los pacientes3. Toda recomendación, tratamiento o
procedimiento tiene una base ética, teniendo el odontólogo una enorme
responsabilidad debido al conocimiento que ha adquirido en su formación:
“todo profesional se convierte en un servidor de los demás, pues ha
adquirido el derecho de ejercer su profesión y el deber de hacerlo siempre
bien”4.
El papel que asume la
universidad entonces, incluye la responsabilidad de contemplar en sus planes
y programas los contenidos y estrategias necesarias para abordar la línea de
formación ética, que idealmente debería constituirse como una matriz ética
en torno a la malla curricular5,6. En este punto, ya se puede
visualizar que los docentes jugarán un rol fundamental en este aspecto,
puesto que serán ellos los encargados de poner en práctica el planteamiento
educativo de cada universidad o carrera, y no sólo desde el ámbito meramente
cognoscitivo, sino que desde uno más desafiante, el del rol de modelo.
El objetivo de este
artículo es reflexionar sobre el rol del docente de odontología en torno a
la enseñanza de la ética, luego de una revisión narrativa de la literatura,
determinando su función en el contexto que
le ofrece la propia universidad al momento de ejercer su labor.
El lugar de la enseñanza de la ética en la Universidad
Con respecto a la función
de la universidad en éste ámbito, existió en el pasado alguna controversia
en relación a la posibilidad de que la formación universitaria fuera capaz
de provocar cambios en la conducta de los alumnos, argumentando que la forma
de actuar de los individuos se forja en etapas tempranas de la vida,
especialmente al interior de la familia. Sin embargo, actualmente hay
certeza que la educación superior sí es una instancia propicia para
fortalecer y/o modificar conductas en la dimensión ética del comportamiento7,8.
Aún más, es en la etapa universitaria, como lo explica Román9,
donde el individuo ya adulto será capaz de alcanzar niveles superiores de
desarrollo de la moral, lo que lo capacitará para pensar autónomamente y
reflexionar de manera ética. En este contexto, resulta ser que la formación
en aspectos éticos se transforma para la universidad en un deber inherente a
su propio rol dentro de la sociedad10;debe tener entre sus
objetivos fundamentales el de formar personas con capacidad de juicio
autónomo, que puedan tomar decisiones oportunas y adecuadas ante las
situaciones que el desempeño profesional le presente, es decir, con un
elevado nivel de competencias bioéticas y morales, que lo faculten para
optimizar los niveles de bienestar personal, profesional y ciudadano8,10,11,
tal como fuera declarado por la UNESCO en el año 1998 en que entrega a la
Educación Superior la misión de “formar profesionales altamente capacitados
que actúen como ciudadanos responsables, competentes y comprometidos con el
desarrollo social”12.
A pesar de la claridad de
estas afirmaciones, la incorporación de la bioética como disciplina en las
carreras del área de la salud ha sido parte de un proceso lento, y aún se
visualiza, quizás más claramente en las carreras de odontología, una
formación eminentemente marcada por los ámbitos cognoscitivo y procedimental13,
olvidando que la profesionalidad comprende, no sólo poseer un conjunto de
competencias específicas, sino que éstas deben ser empleadas con un sentido
ético y social5.
Es indispensable entonces,
que para que el estudiante desarrolle el aspecto ético de su formación
profesional al alero de sus docentes, la universidad debe relevar no sólo a
través de sus planes y programas, si no que a través de su propio clima
ético, la indiscutible necesidad de hacerse partícipes de la formación de
los estudiantes en este ámbito5,14,15.
Rol del docente como formador en el ámbito de la ética
De acuerdo con lo expuesto hasta ahora, ya se puede visualizar que la
función del docente en la formación de los profesionales que la sociedad de
hoy demanda va mucho más allá que la de un mero transmisor de conocimiento.
El profesor es el encargado de enseñar al estudiante a gestionar su
conocimiento y a acceder a él de manera eficiente, pero a esta labor se suma
la de imprimir a los contenidos el carácter ético que hará que el estudiante
no sólo sea un experto profesional sino también un buen ciudadano4,8.
En el caso de la odontología, en donde la formación en aspectos
procedimentales es altamente relevante, también incumbe al docente
equilibrar este aspecto con el de la formación integral, por lo tanto el
profesor debe necesariamente asumir con compromiso ético esta labor, puesto
que será a partir de esta certeza que él será capaz de asumir su rol de
forma verdadera, sólida y convincente5.
El docente como individuo, en primer lugar, tiene una moral personal que no
puede quedar “fuera de la sala” cuando ejerce su rol como profesor; esto
implica que de manera inevitable su actividad docente se lleve a cabo desde
su propia dimensión moral, de donde podrá abordar su función educativa en
torno a la ética profesional de los estudiantes9,16. González17
resume de la siguiente manera el rol del docente: “...Un
modelo de actuación personal y profesional, un ejemplo que estimule a sus
estudiantes en el proceso de su construcción como persona en el ejercicio de
la profesión. No es posible ser modelo de actuación para sus alumnos si el
profesor no ha logrado un desarrollo profesional que se exprese en su
motivación por la profesión, su dedicación y entrega al trabajo, su
condición de experto en el área de conocimientos que trabaja y su formación
psicopedagógica que le posibilite establecer un proceso de comunicación con
sus estudiantes sustentado en el diálogo. Pero además, ser modelo de
actuación implica necesariamente el desarrollo del profesor como persona
moral. Para esto hay que ser coherente,
tiene que mostrar correspondencia entre lo que dice y hace, tiene que
expresar vocación y compromiso con la educación, sólo así puede ser un
ejemplo para sus alumnos”.
El docente es quien transforma el programa de las asignaturas en acción
educativa y de ahí la relevancia de su función17,18. Toda acción
de un profesor representa una oportunidad de modelar positivamente a sus
estudiantes. En la docencia clínica, por ejemplo, el educando tratará a sus
pacientes tal como lo hace el docente19 y desde este hecho
construirá su forma de enfrentar la relación profesional-paciente, así como
la manera de manejar los dilemas éticos que se presenten a lo largo del
ejercicio de su profesión.
Cuando se evalúa la actuación de los docentes universitarios, la percepción
de los estudiantes es uno de los indicadores más significativos en el ámbito
de la formación ética o formación en valores. Son ellos los que, de manera
sistemática, señalan a sus profesores como entes fundamentales, muchas veces
el más importante, en su propia formación ética, tanto en el terreno
personal como en el profesional20,21. En este contexto, Zaror
et al, realizaron una investigación cualitativa con el objetivo de conocer la
opinión de los estudiantes de odontología de la Universidad de La Frontera
en relación a la enseñanza que ellos reciben en temas éticos. En este
estudio se obtuvieron dos conclusiones importantes de mencionar aquí: la
primera de ellas es la propuesta por parte de los estudiantes de incorporar
la ética como una disciplina transversal al resto de las asignaturas,
utilizando metodologías de aprendizaje centradas en el alumno; en segundo
lugar se concluye que para los estudiantes, los docentes son un modelo a
seguir en temas ético/morales, siendo muy críticos ante el comportamiento
éticamente inadecuado de los profesores22.
A través de una serie de investigaciones realizadas con el objetivo de
identificar cuáles son las características que apuntan hacia un perfil
docente como modelo de actuación ética y profesional, se pudieron
identificar las siguientes cualidades: el interés profesional, satisfacción,
perseverancia y compromiso en el desempeño profesional, compromiso con la
calidad de la docencia, dominio de conocimientos y habilidades
profesionales, flexibilidad en la actuación profesional, perfeccionamiento
continuo, capacidad dialógica y actuación profesional ética17.
Hasta ahora se ha puesto acento en la propia disposición del maestro ante su
rol como modelo de actuación, es decir, su actitud ética. A pesar que
probablemente es el aspecto más importante, también compete al docente
manejar saberes específicos relacionados con la ética y bioética así como
otras disciplinas del ámbito humanista, además de conocer el contexto
histórico y social en el cual se desarrolla su enseñanza23. La
docencia es un proceso continuo de desarrollo y capacitación, es una
responsabilidad más allá de la intención y las ganas de enseñar24.
La capacitación también involucra el perfeccionamiento de las estrategias
educativas y didácticas adecuadas para enfrentar la docencia, en conjunción
con lo expresado anteriormente.
No son muchas las
escuelas de odontología que preparan a sus docentes en temas éticos25.
Dentro de las iniciativas encontradas en la literatura en torno a la
capacitación formal de los docentes en aspectos éticos y de ejercicio
docente está la formación de “mentores”, los cuales reciben una capacitación
previa para esta labor. Este programa es altamente valorado tanto por los
mentores como por los estudiantes que participan del programa26.
Otras casas de estudio han implementado postítulos de docencia en
odontología, en los que se da un énfasis especial a las temáticas del área
ética, cuya evaluación ha sido muy positiva, especialmente cuando se
visualiza el desarrollo integral de los estudiantes27. En nuestro
país no hay muchas experiencias al respecto, lo que da cuenta de que la
incorporación de la ética como aspecto formal en las carreras de odontología
es un asunto reciente. La OPS ha impulsado este proceso desde el año 2005, a
través de la realización de Jornadas de Bioética en Odontología, con el
objetivo de posicionar el tema de manera definitiva en el ámbito académico18.
Conclusiones y reflexiones finales
A la luz de la revisión
realizada, podría ser posible, para quienes nos dedicamos a la docencia en
odontología, experimentar una sensación de desazón, al visualizar la gran
brecha que existe entre el discurso desde la evidencia y lo que en la
práctica hacemos día a día en nuestra actividad docente. Sin embargo, como
en todo proceso, el hecho de reconocer una necesidad y reflexionar acerca de
esto, constituye el primer paso para implementar las mejoras necesarias a
todos los niveles; evidentemente las que podamos hacer a nivel personal son
más factibles, y desde ahí fomentar la reflexión y el cambio en otras
instancias, aunque no se debe olvidar que la formación en los aspectos
éticos no depende sólo del docente, por fundamental que sea su rol al
respecto, sino que será la propia Universidad la que marque los lineamientos
a seguir en este ámbito. Es diferente para un profesor hacer docencia en
distintas universidades y debe adaptarse al clima ético de cada
institución, pero siempre desde su moral post convencional, la que le
permitirá tener un juicio crítico y orientado hacia su función principal
como formador de profesionales, en toda la extensión de la palabra.
La labor docente deberá
aspirar más allá de la ética mínima del profesional, la que se corresponde
con el código deontológico, sino que debe hacer una apuesta por la ética
máxima, de vocación y convicción de que la docencia es un acto
intrínsecamente moral, con toda la responsabilidad que esto implica, tanto a
nivel personal como institucional5,9.
Cabe a cada una de
las instituciones educativas, en sus diferentes estamentos, carreras,
escuelas, facultades, etc., analizar los puntos de encuentro y desencuentro
con la enseñanza de la ética, lo que va más allá de su declaración como
competencia en el perfil de egreso o de la incorporación de una asignatura
afín. En este sentido quizás la mayor debilidad sea la insuficiente
capacitación de los docentes en materia ética, dejando al interés personal
de cada profesional la profundización con la que cada uno de ellos aborda
estos temas, o peor aún la eventual designación de un docente que no tiene
interés por esta temática como el encargado del área o de la asignatura4.Lo
más frecuente es que un académico de otra área disciplinar asuma esta
función, quien evidentemente estará lejos de poder “aterrizar” la temática a
las necesidades de aprendizaje de los estudiantes de odontología. El desafío
entonces está en contar con más odontólogos formados en el área y realizar
capacitación e inducción a todos los profesionales que comienzan a formar
parte del equipo docente. Con estas estrategias se puede declarar la
enseñanza en aspectos éticos como una dimensión tan concreta y relevante
como son los otros ámbitos del proceso de enseñanza/aprendizaje, y permite
al docente reconocer claramente su rol, modelar su propia percepción al
respecto orientándola a las necesidades de los estudiantes y asumir la
necesidad de actualización y capacitación continua, tal y como se visualiza
tan claramente para otros aspectos, especialmente los procedimentales, que
marcan de manera tan potente la profesión odontológica.
Quien opta por el
camino de la docencia universitaria, quien está dispuesto a asumir este rol,
debe necesariamente asumir la responsabilidad de lo que esto significa o
para que no se asocie a una gran carga, asumir el desafío de transformarse
en formadores de personas íntegras, de profesionales que se integran a la
sociedad con el afán de aportar a ella. Esto es una tarea concreta y
sistemática, más allá de lo etéreo y difuso que pueda parecer el tratar
temas “humanistas”, como podríamos percibirlo quienes nos hemos formado en
una escuela eminentemente apegada a lo cognoscitivo y a lo procedimental. A
la reflexión, como hemos planteado, le sigue la concreción de los
planteamientos y aquí se abre una serie de otras aristas de la enseñanza de
la ética, como las modalidades de incorporación al currículum, las
estrategias educativas más adecuadas para abordarla, los instrumentos para
lograr su evaluación, etc.28. Se hace necesario entonces, dedicar
un esfuerzo a la investigación en éste ámbito, puesto que la literatura es
escasa en el terreno de la odontología y de esta manera poder encontrar las
respuestas a las interrogantes de cómo abordar la enseñanza de la ética de
los futuros odontólogos. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Artículo recibido el 13/11/13, Aceptado el 26/01/14.
Dirección
del autor para envío de correspondencia:
Carolina Vergara G.
* Facultad
de Odontología, Universidad de La Frontera, Temuco, Chile.
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